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lunes, 18 de junio de 2012

Una de cal por una de arena

El Presidente Calderón en su discurso sobre el caso del Casino Royale en Monterrey hace un análisis certero del estado de guerra que sufrimos en México.   El papel de Estados Unidos es fundamental: compra la droga, vende las armas, retiene y administra las ganancias. Los servicios de inteligencia del gobierno de Estados Unidos son continuamente involucrados en el trafico  de drogas bajo el pretexto de la seguridad nacional. 
Por ejemplo, justo antes de la invasión de Afganistán, después de que la CIA había promovido el cultivo de opio para financiar la campaña contra los rusos, los talibán en un solo año eliminaron la producción de opio ha prácticamente cero. Inmediatamente después de la invasión los niveles de cultivo de opio regresaron a los niveles previos al talibán. He visto videos donde se muestra al ejército de Estados Unidos junto a plantíos de opio. Cuando el reportero les pregunta a los sardos se le explica que tienen orden de no interferir para no molestar a los nativos. Desde la invasión la producción de opio incrementa cada año y ahora Afganistán es el líder mundial. Me preocupa que el embajador en México de Estados Unidos venga de trabajar en Afganistán.
Existe documentación de la participación de la CIA y la familia Bush en el trafico de cocaína. En corrupción e impunidad México todavía le puede aprender algo a los gringos.
La falsedad de la guerra contra las drogas es evidente ante la simplicidad de posibles soluciones como la mencionada por Calderón. Los detalles son complicados pero la idea es simple: Los países productores de enervantes les compran a precios razonables sus cultivos a sus campesinos y los estupefacientes se les entregan a las países consumidores   para que estos hagan lo que quieran con ellos, desde destruirlos hasta regalarlos. ¿Cual es problema con esto? Pues que se colapsaría un negocio trillonario, no solo en el comercio de drogas, sino también en el comercio de armas. Desde el punto de vista de los psicópatas megalómanos la guerra contra las drogas es una guerra ideal: todos contra todos sin fin posible, con el beneficio adicional de debilitar gobiernos independientes y ejercer por lo tanto un mayor control.
La mala noticia es que el enemigo es formidable y terrible; la buena noticia es que podemos identificar acciones concretas para defendernos. En términos generales tomar acciones para abaratar las drogas y anular el motivo económico y por el contrario dificultar en lo más posible el trafico de armas. Estados Unidos es el mayor consumidor de drogas y el mayor traficante de armas del mundo. Los que se benefician de esta situación son un puñado de sicópatas pero la población en general en Estados Unidos es también victima y no coparticipe de estos crímenes. Existen grupos de ciudadanos consientes que están luchando por un mundo mejor. Un primer paso en un movimiento de resistencia mexicano es identificar y coordinarse con estos grupos. Sin el apoyo de la población estadunidense no hay esperanza de vencer al monstro.

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