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lunes, 3 de febrero de 2020

Prisencolinensinainciusol


Adriano Celentano


In de col men seivuan
Prisencolinensinainciusol ol rait
Uis de seim cius men
Op de seim ol uat men
In de colobos dai
Trr
Ciak is e maind beghin de col
Bebi stei ye push yo oh
Uis de seim cius men
In de colobos dai
Not is de seim laikiu
De promisdin iu nau
In trabol lovgiai ciu gen
In do camo not cius no bai
For lov so op op giast
Cam lau ue cam lov ai
Oping tu stei laik cius
Go mo men
Iu bicos tue men cold
Dobrei gorls
Oh sandei
Ai ai smai sesler
Eni els so co uil piso ai
In de col men seivuan
Prisencolinensinainciusol ol rait
Uei ai sint no ai
Giv de sint laik de cius
Nobodi oh gud taim lev feis go
Uis de seim et seim cius
Go no ben let de cius
End kai for not de gai giast stei
Ai ai…

viernes, 13 de diciembre de 2019

La cucaracha

La Cucaracha es un drama sobre la revolución mexicana, del año 1959, dirigido por Ismael Rodríguez. Protagonizado por María Félix, Dolores del Rio, Emilio Fernández, Antonio Aguilar, Flor Silvestre, Ignacio López Tarso, Pedro Armendáriz, Cuco Sánchez, entre otros. El guion es de José Bolaños, Ricardo Garibay e Ismael Rodríguez; inspirados en el corrido popular de La Revolución Mexicana, “La Cucaracha”; siendo filmada en 1958, y estrenada en 1959, con una hermosa fotografía de Gabriel Figueroa. Internacionalmente se conoce a este filme como “The Soldiers of Pancho Villa”,

La cucaracha

Cuco Sánchez, Antonio Bribiesca

coro "... la cucaracha, la cucaracha..."
ya no puede caminar
coro "... porque le falta, porque no tiene..."
marihuana que fumar
Voy a cantar un corrido
que anda en toditas la voces
de una mujer de la tropa
que todo el mundo conoce
en el pueblo de conejos
por una calle muy quieta
viene triste y derrotado
el valiente Antonio Zeta

Iban los tres en silencio
sus pensamientos rumiando
mientras el destino ciego
los hilos iba tramando
en los cascos del caballo
suena el polvo del camino
ya se van, llora un cariño
un cariño mal logrado

Ya el águila voló
ya el nopal quedo solito
del fruto de tus amores
lloviznita del olvido
ya murió la cucaracha
ya la llevan a enterrar
entre cuatro zopilotes
y un gato de sacristán

Y aquí termina el corrido
que canto a la cucaracha

martes, 3 de diciembre de 2019

heresiarca

"No hay ninguna razón para suponer que los militares puedan gobernar bien. Nos llegan del más artificial de los mundos. Un mundo de jerarquías, órdenes, audiencias, arrestos, saludos, marchas, aniversarios, desfiles y ascensos. Costumbres que, por la repetición, se transforman en rituales. Han sido educados para obedecer, y se nutren en la esperanza de aumentar el mando. Nada de eso en este mundo se aproxima a la inteligencia (…) Es cierto, fue eliminado el terrorismo. Aquí ya no estallan bombas. Pero se ha implantado otro; el terrorismo silencioso de los secuestros y las ejecuciones clandestinas. Una justicia –llamémosla así–donde el acusado no tiene abogado defensor y ni siquiera fiscal: solamente acusadores. Eso ya no es justicia: es terrorismo. Se combate a la guerrilla, y al mismo tiempo se la toma como modelo".
Jorge Luis Borges



En 1976 Borges es invitado por la Universidad de Chile a recibir un doctorado honoris causa. Pinochet lo condecora con la orden Bernardo O´Higgins. Broges declara: "El es una excelente persona..." Para Borges era un honor defender al dictador chileno cuyos crímenes eran denunciados en todo el mundo. "(Lo defiendo) porque emocionalmente sentí que debía hacerlo. Ahí posiblemente ha hablado mi emoción más que mi forma. Los he defendido por razones emocionales ante todo y porque soy enemigo del comunismo. Creo que eso no es ningún misterio. No lo he podido ocultar. Yo siempre he sentido afecto por Chile y me parece que si ahora Chile está salvándose y de algún modo salvándonos, le debo gratitud. Yo, como argentino, le debo gratitud". En Borges se podía rastrear la voz de Leopoldo Lugones que había manifestado en los años ‘20 tuviera lugar “la hora de la espada”, algo que en su elogio a Pinochet se manifiesta con todas las letras

También Videla fue bendecido por Borges: "Le agradecí personalmente el golpe del 24 de marzo que salvo al país de la ignominia, y le manifesté mis simpatías por haber enfrentado las responsabilidades del gobierno". En su discurso en Chile, Borges pronuncio las siguientes palabras: "Y declaro preferir la espada de la libertad a la furtiva dinamita." ¿Pudiera ser esta frase un velado rechazo al premio Nobel? Nobel, inventor de la dinamita, fue referenciado en 1888 como el mercader de la muerte.

Antes de su visita a Chile, Borges recibió una llamada telefónica desde Suecia para pedirle que declinara la invitación del régimen de Pinochet. Borges respondió:  "Señor, después de lo que usted me ha dicho, aunque hubiera pensado no ir a Santiago para recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Chile, mi deber es ir, porque hay dos cosas que un hombre no debe permitir: sobornar o ser sobornado. Le agradezco mucho su llamada y su advertencia. Buenas Tardes."

Borges no dejó nunca de profesar un decidido anarquismo conservador:

"...se empieza por la idea de que el Estado debe dirigir todo; que es mejor que haya una corporación que dirija las cosas, y no que todo 'quede abandonado al caos, o a  circunstancias individuales'; y se llega al nazismo o al comunismo, claro. Toda idea empieza como una hermosa posibilidad, y luego, bueno, cuando envejece es usada para la tiranía, para la opresión."

Borges fue un reaccionario en toda la línea. “La democracia es una superstición, basada en la estadística. Toda la gente no entiende de política, como no podemos entender todos de retórica, de psicología o de álgebra”, declaraba el escritor en 1976 al diario El País de España.

Esta idea de la calificación de las personas para decidir sobre la vida política es un eco de aquel cuento “La fiesta del monstruo”, donde junto a Adolfo Bioy Casares expresa sus temores y desprecio por las multitudes populares propio de la oligarquía argentina de la década del 40. Un Borges arrepentido sostendrá luego que "Escribí alguna vez que la democracia es un abuso de la estadística; yo he recordado muchas veces aquel dictamen de Carlyle, que la definió como el caos provisto de urnas electorales. El 30 de octubre de 1983, la democracia argentina me ha refutado espléndidamente", dice en Clarín el 22 de diciembre de 1983. La elasticidad moral de Borges es funcional a la elasticidad moral de los partidos de la burguesía argentina.

Jorge Luis Borges fue reivindicado por la restauración democrático-burguesa de 1983, al igual que Ernesto Sábato —autor del Prólogo al Nunca Más—, porque simbolizaba la idea de una cultura universal ajena a los avatares sanguinarios del terrorismo de Estado. Fue el pase silencioso de un escritor reaccionario, anticomunista y antiperonista que apoyo a los genocidas, a la apología de la democracia capitalista. Por otra parte los escritores militantes como Paco Urondo, Rodolfo Walsh o Haroldo Conti, no recibieron el mismo reconocimiento y, por su costado combatiente, fueron presentados simplemente como víctimas. Una manifestación de la elasticidad moral de las élites ilustradas de la Argentina.

Poema conjetural


El doctor Francisco Laprida,
asesinado el día 22 de setiembre de 1829 por los montoneros de Aldao,
piensa antes de morir:

Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.

Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca,
con jinetes, con belfos y con lanzas.

Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes,
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.

Pisan mis pies las sombras de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos
se ciernen sobre mí… Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.



En 1947, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares escriben el cuento "La Fiesta del Monstruo". Con la firma de H. Bustos Domecq, que medio Argentina sabía que eran el seudónimo de Borges y Bioy Casares, se atrevieron a escribir la crónica más feroz de una de esas explosiones populistas propiciadas por Perón, el monstruo del cuento.

Le cayeron, por esos ataques, presumibles castigos. "El peronismo fue terrible –recordó Borges–. Nadie se acuerda de la quema de las iglesias ni de las personas que Perón metió presas; mi madre y mi hermana entre ellas. A mí me echaron de un puesto mínimo que ocupaba en una biblioteca del barrio de Almagro, y me nombraron inspector de aves y huevos. Cuando fui presidente de la Sociedad de Escritores, también en la época de Perón, un policía me seguía a todos lados. Fue una especie de segundo Rosas. Yo pienso en Perón con horror, como pienso en Rosas con horror".

La madre de Borges, Leonor Acevedo. al atender una de tantas llamadas amenazadoras
–"Te vamos a matar a vos y a tu hijo"–, contestó:
–No es una hazaña matar a mi hijo, que es viejo y ciego. En cuanto a mí, apúrense, porque por ahí me les muero antes…




Aquí empieza su aflición
Hilario Ascasubi
La Refalosa



La fiesta del monstruo

H. Bustos Domecq


Te prevengo, Nelly, que fue una jornada cívica en forma. Yo, en mi condición de pie plano, y de propenso a que se me ataje el resuello por el pescuezo corto y la panza hipopótama, tuve un serio oponente en la fatiga, máxime calculando que la noche antes yo pensaba acostarme con las gallinas, cosa de no quedar como un crosta en la performance del feriado. Mi plan era sume y reste: apersonarme a las veinte y treinta en el Comité; a las veintiuna caer como un soponcio en la cama jaula, para dar curso, con el Colt como un bulto bajo la almohada, al Gran Sueño del Siglo, y estar en pie al primer cacareo, cuando pasaran a recolectarme los del camión. Pero decime una cosa ¿vos no creés que la suerte es como la lotería, que se encarniza favoreciendo a los otros? En el propio puentecito de tablas, frente a la caminera, casi aprendo a nadar en agua abombada con la sorpresa de correr al encuentro del amigo Diente de Leche, que es uno de esos puntos que uno se encuentra de vez en cuando. Ni bien le vi su cara de presupuestívoro, palpité que él también iba al Comité y, ya en tren de mandarnos un enfoque del panorama del día, entramos a hablar de la distribución de bufosos para el magno desfile, y de un ruso que ni llovido del cielo, que los abonaba como fierro viejo en Berazategui.
....

Era un miserable cuatro ojos, sin la musculatura del deportivo. El pelo era colorado, los libros bajo el brazo y de estudio. Se registró como un distraído que cuasi se lleva por delante a nuestro abanderado, Spátola. Bonfirraro, que es el chinche de los detalles, dijo que él no iba a tolerar que un impune desacatara el estandarte y foto del Monstruo. Ahí nomás lo chumbó al Nene Tonelada, de apelativo Cagnazzo, para que procediera. Tonelada, que siempre es el mismo, me soltó cada oreja, que la tenía enrollada como el cartucho de los manises y, cosa de caerle simpático a Bonfirraro, le dijo al rusovita que mostrara un cachito más de respeto a la opinión ajena, señor, y saludara a la figura del Monstruo. El otro contestó con el despropósito que él también tenía su opinión. El Nene, que las explicaciones lo cansan, lo arrempujó con una mano que si el carnicero la ve, se acabó la escasez de la carnasa y el bife de chorizo. Lo rempujó a un terreno baldío, de esos que en el día menos pensado levantan una playa de estacionamiento y el punto vino a quedar contra los nueve pisos de una pared senza finestra ni ventana. De mientras los traseros nos presionaban con la comezón de observar y los de fila cero quedamos como sangüche de salame entre esos locos que pugnaban por una visión panorámica y el pobre quimicointas acorralado que, vaya usted a saber, se irritaba. Tonelada, atento al peligro, reculó para atrás y todos nos abrimos como abanico dejando al descubierto una cancha del tamaño de un semicírculo, pero sin orificio de salida, porque de muro a muro estaba la merza. Todos bramábamos como el pabellón de los osos y nos rechinaban los dientes, pero el camionero, que no se le escapa un pelo en la sopa, palpitó que más o menos de uno estaba por mandar in mente su plan de evasión. Chiflido va, chiflido viene, nos puso sobre la pista de un montón aparente de cascote, que se brindaba al observador. Te recordarás que esa tarde el termómetro marcaba una temperatura de sopa y no me vas a discutir que un porcentaje nos sacamos el saco. Lo pusimos de guardarropa al pibe Saulino, que así no pudo participar en el apedreo. El primer cascotazo lo acertó, de puro tarro, Tabacman, y le desparramó las encías, y la sangre era un chorro negro. Yo me calenté con la sangre y le arrimé otro viaje con un cascote que le aplasté una oreja y ya perdí la cuenta de los impactos, porque el bombardeo era masivo. Fue desopilante; el jude se puso de rodillas y miró al cielo y rezó como ausente en su media lengua. Cuando sonaron las campanas de Monserrat se cayó, porque estaba muerto. Nosotros nos desfogamos un rato más, con pedradas que ya no le dolían. Te lo juro, Nelly, pusimos el cadáver hecho una lástima. Luego Morpurgo, para que los muchachos se rieran, me hizo clavar la cortapluma en lo que hacía las veces de cara.

.....




El otro


L’hydre —univers tordant son corps écaillé d’astres.

...
Sin hacerme caso, me aclaró que su libro cantaría la fraternidad de todos los hombres.

El poeta de nuestro tiempo no puede dar la espalda a su época.

Me quedé pensando y le pregunté si verdaderamente se sentía hermano de todos. Por ejemplo, de todos los empresarios de pompas fúnebres, de todos los carteros, de todos los buzos, de todos los que viven en la acera de los números pares, de todos los afónicos, etcétera. Me dijo que su libro se refería a la gran masa de los oprimidos y parias.

—Tu masa de oprimidos y de parias —le contesté—no es más que una abstracción.

Sólo los individuos existen, si es que existe alguien. El hombre de ayer no es el hombre de hoy sentenció algún griego. Nosotros dos, en este banco de Ginebra o de Cambridge, somos tal vez la prueba.

...



Biografía de Tadeo Isidoro Cruz

Jorge Luis Borges


I'm looking for the face I had
Before the world was made.
Yeats: The winding stair.

... Este, mientras combatía en la oscuridad (mientras su cuerpo combatía en la oscuridad), empezó a comprender. Comprendió que un destino no es mejor que otro, pero que todo hombre debe acatar el que lleva adentro. Comprendió que las jinetas y el uniforme ya lo estorbaban. Comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro gregario; comprendió que el otro era él. Amanecía en la desaforada llanura; Cruz arrojó por tierra el quepis, gritó que no iba a consentir el delito de que se matara a un valiente y se puso a pelear contra los soldados junto al desertor Martín Fierro.

LA FAMA


Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar.
Recordar el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe.
Haber heredado el inglés, haber interrogado el sajón.
Profesar el amor del alemán y la nostalgia del latín.
Haber conversado en Palermo con un viejo asesino.
Agradecer el ajedrez y el jazmín, los tigres y el hexámetro.
Leer a Macedonio Fernández con la voz que fue suya.
Conocer las ilustres incertidumbres que son la metafísica.
Haber honrado espadas y razonablemente querer la paz.
No ser codicioso de islas.
No haber salido de mi biblioteca.
Ser Alonso Quijano y no atreverme a ser don Quijote.
Haber enseñado lo que no sé a quienes sabrán más que yo.
Agradecer los dones de la luna y de Paul Verlaine.
Haber urdido algún endecasílabo.
Haber vuelto a contar antiguas historias.
Haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco o seis metáforas.
Haber eludido sobornos.
Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y (como todos los hombres) de Roma.
Ser devoto de Conrad.
Ser esa cosa que nadie puede definir: argentino.
Ser ciego.
Ninguna de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama que no acabo de comprender.

herejía

Error sostenido con pertinencia; sentencia errónea contra los principios ciertos de un arte.

heresiarca

Fundador de una herejía.


Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.




Fuente: Diario Clarín, 31 de julio de 1985.


He asistido, por primera y última vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que había sufrido unos cuatro años de prisión, de azotes, de vejámenes y de cotidiana tortura. Yo esperaba oír quejas, denuestos y la indignación de la carne humana interminablemente sometida a ese milagro atroz que es el dolor físico. Ocurrió algo distinto. Ocurrió algo peor. El réprobo había entrado enteramente en la rutina de su infierno. Hablaba con simplicidad, casi con indiferencia, de la picana eléctrica, de la represión, de la logística, de los turnos, del calabozo, de las esposas y de los grillos. También de la capucha. No había odio en su voz. Bajo el suplicio, había delatado a sus camaradas; éstos lo acompañarían después y le dirían que no se hiciera mala sangre, porque al cabo de unas “sesiones” cualquier hombre declara cualquier cosa. Ante el fiscal y ante nosotros, enumeraba con valentía y con precisión los castigos corporales que fueron su pan nuestro de cada día.

Doscientas personas lo oíamos, pero sentí que estaba en la cárcel. Lo más terrible de una cárcel es que quienes entraron en ella no pueden salir nunca. De éste o del otro lado de los barrotes siguen estando presos. El encarcelado y el carcelero acaban por ser uno.

Stevenson creía que la crueldad es el pecado capital; ejercerlo o sufrirlo es alcanzar una suerte de horrible insensibilidad o inocencia. Los réprobos se confunden con sus demonios, el mártir con el que ha encendido la pira. La cárcel es, de hecho, infinita.

De las muchas cosas que oí esa tarde y que espero olvidar, referiré la que más me marcó, para librarme de ella. Ocurrió un 24 de diciembre. Llevaron a todos los presos a una sala donde no habían estado nunca. No sin algún asombro vieron una larga mesa tendida. Vieron manteles, platos de porcelana, cubiertos y botellas de vino. Después llegaron los manjares (repito las palabras del huésped). Era la cena de Nochebuena. Habían sido torturados y no ignoraban que los torturarían al día siguiente. Apareció el Señor de ese Infierno y les deseó Feliz Navidad. No era una burla, no era una manifestación de cinismo, no era un remordimiento. Era, como ya dije, una suerte de inocencia del mal. ¿Qué pensar de todo esto? Yo, personalmente, descreo del libre albedrío. Descreo de castigos y de premios. Descreo del infierno y del cielo. Almafuerte escribió: “Somos los anunciados, los previstos, / si hay un Dios, si hay un punto Omnisapiente; / ¡y antes de ser, ya son, en esa mente, los Judas, los Pilatos y los Cristos!

Sin embargo, no juzgar y no condenar el crimen sería fomentar la impunidad y convertirse, de algún modo, en su cómplice. Es de curiosa observación que los militares, que abolieron el Código Civil y prefirieron el secuestro, la tortura y la ejecución clandestina al ejercicio público de la ley, quieran acogerse ahora a los beneficios de esa antigualla y busquen buenos defensores. No menos admirable es que haya abogados que, desinteresadamente sin duda, se dediquen a resguardar de todo peligro a sus negadores de ayer.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar




El sur

Jorge Luis Borges


El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la Iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una biblioteca municipal en la calle Córdoba y se sentía hondamente argentino. Su abuelo materno había sido aquel Francisco Flores, del 2 de infantería de línea, que murió en la frontera de Buenos Aires, lanceado por indios de Catriel: en la discordia de sus dos linajes, Juan Dahlmann (tal vez a impulso de la sangre germánica) eligió el de ese antepasado romántico, o de muerte romántica.

....

Los de la otra mesa parecían ajenos a él. Dalhman, perplejo, decidió que nada había ocurrido y abrió el volumen de Las Mil y Una Noches, como para tapar la realidad. Otra bolita lo alcanzó a los pocos minutos, y esta vez los peones se rieron. Dahlmann se dijo que no estaba asustado, pero que sería un disparate que él, un convaleciente, se dejara arrastrar por desconocidos a una pelea confusa. Resolvió salir; ya estaba de pie cuando el patrón se le acercó y lo exhortó con voz alarmada:

-Señor Dahlmann, no les haga caso a esos mozos, que están medio alegres.

Dahlmann no se extrañó de que el otro, ahora, lo conociera, pero sintió que estas palabras conciliadoras agravaban, de hecho, la situación. Antes, la provocación de los peones era a una cara accidental, casi a nadie; ahora iba contra él y contra su nombre y lo sabrían los vecinos. Dahlmann hizo a un lado al patrón, se enfrentó con los peones y les preguntó qué andaban buscando.

El compadrito de la cara achinada se paró, tambaleándose. A un paso de Juan Dahlmann, lo injurió a gritos, como si estuviera muy lejos. Jugaba a exagerar su borrachera y esa exageración era otra ferocidad y una burla. Entre malas palabras y obscenidades, tiró al aire un largo cuchillo, lo siguió con los ojos, lo barajó e invitó a Dahlmann a pelear. El patrón objetó con trémula voz que Dahlmann estaba desarmado. En ese punto, algo imprevisible ocurrió.

Desde un rincón el viejo gaucho estático, en el que Dahlmann vio una cifra del Sur (del Sur que era suyo), le tiró una daga desnuda que vino a caer a sus pies. Era como si el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo. Dahlmann se inclinó a recoger la daga y sintió dos cosas. La primera, que ese acto casi instintivo lo comprometía a pelear. La segunda, que el arma, en su mano torpe, no serviría para defenderlo, sino para justificar que lo mataran. Alguna vez había jugado con un puñal, como todos los hombres, pero su esgrima no pasaba de una noción de que los golpes deben ir hacia arriba y con el filo para adentro. No hubieran permitido en el sanatorio que me pasaran estas cosas, pensó.

-Vamos saliendo- dijo el otro.

Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado.



Juan López y John Ward.


Les tocó en suerte una época extraña. El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras. López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward en la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer El Quijote. El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte. Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.



lunes, 25 de noviembre de 2019

El baile de los que sobran

Oías los consejos, los ojos en el profesor

Había tanto sol sobre las cabezas

Y no fue tan verdad

Porque esos juegos, al final

Terminaron para otros en laureles y futuros

y dejaron a mis amigos

pateando piedras.

«El baile de los que sobran» es el tercer sencillo promocional del álbum Pateando piedras del grupo chileno Los Prisioneros, considerado por muchos como la canción más importante en la trayectoria de la banda y uno de los más grandes clásicos de la música popular chilena. Fue escrita y compuesta por Jorge González.



La canción se encuentra en dos versiones, la original de Pateando piedras y una nueva versión para el recopilatorio Grandes éxitos.

El baile...» busca lograr una identificación con todos quienes que, egresados del colegio, se encuentra desempleados o frustrados frente a las pocas expectativas («Es otra noche más de caminar, es otro fin de mes sin novedad»), y que lo único que puede hacer es «patear piedras», es decir, no hacer nada.

Los estudiantes del Liceo Andrés Bello, liceo donde se inspiró la canción, aún forman parte del contexto histórico en el que fue escrita la canción; el tema hace referencia a los estudiantes de 4.° medio que no tiene ninguna opción de futuro en su vida, por eso aquella frase «...este año se les acabaron, los juegos, los doce juegos...», haciendo referencia a los doce años de enseñanza escolar. El término «pateando piedras» surgió porque en aquellos años a los alumnos del liceo se les mandaba al patio trasero, donde eran castigados por su comportamiento. Debido a eso, relacionaron esa acción con la de frustración por no lograr nada al salir de 4º. medio.

Dentro de la cultura popular y principalmente en el ámbito político, la expresión «pateando piedras» que acuñó esta canción sale a colación cada vez que se analiza en Chile el tema de las desigualdades educacionales.

«El baile de los que sobran», y otras canciones de Los Prisioneros, se convirtieron en un símbolo de lucha contra la represión de la dictadura militar y su mensaje reivindicativo atravesó edades y segmentos sociales. A medida que se acercaba el plebiscito de 1988, su música comenzó a verse afectada por la censura, endurecida luego de que el grupo declarara públicamente su adhesión a la opción «No».

La canción también se convirtió en uno de los himnos de las protestas realizadas en Chile durante 2019, siendo entonada en marchas y utilizada en pancartas y grafitis.

​ Sobre el uso de la canción, Jorge González dijo que «es muy triste que todavía se tenga que seguir cantando. Esa canción fue creada bajo las mismas condiciones en las que se cantó: en toque de queda y con balazos».




Es otra noche más de caminar
Es otro fin de mes sin novedad
Tus amigos se quedaron igual que tú
Este año se les acabaron
los juegos... los 12 juegos
Unanse al baile de los que sobran
Nadie nos va a echar de más
Nadie nos quizo ayudar de verdad
Nos dijeron cuando chicos
Jueguen a estudiar
Los hombres son hermanos
y juntos deben trabajar
Oían los consejos
los ojos en el profesor
Había tanto sol sobre las cabezas
Y no fué tal verdad
porque esos juegos al final
Terminaron para otros
con laureles y futuros
Y dejaron a mis amigos
pateando piedras
Unanse al baile de los que sobran
Nadie nos va a echar de más
Nadie nos quizo ayudar de verdad
Hey conozco unos cuentos
sobre el futuro
hey el tiempo en que los aprendí
fue el más seguro.
Bajo los zapatos
barro más cemento
E l…

Carlos Prats era uno de los generales más leales a Salvador Allende. Era su amigo y aceptó, pese a reticencias personales, formar parte de su Gabinete. Para reemplazarlo al frente del Ejército, Allende se fió de su consejo y nombró comandante en jefe a Augusto Pinochet. Era el 23 de agosto de 1973. Once días después, Pinochet encabezó un golpe de Estado que acabó con la vida de Allende y dio la orden directa de bombardear el Palacio de La Moneda.

El general Prats, heredero de una tradición del Ejército chileno de sometimiento al poder civil, consideró desde entonces a Pinochet como un traidor desleal, el peor insulto que puede recibir un militar.

Prats, casado y con tres hijas, se exilió en Argentina, que pese a las turbulencias políticas todavía vivía en democracia. El 30 de diciembre de 1974 una bomba acabó con su vida y con la de su esposa, Sofía Cuthbert. La justicia argentina ha determinado que el atentado fue efectuado por los servicios secretos argentinos, infiltrados ya por la ultraderecha, pero que quien instigó y ordenó el crimen fue el propio Pinochet.

Francisco Cuadrado Prats, artista plástico de profesión, aguardó durante horas en la fila de miles de simpatizantes del dictador a que llegara su turno. "En un principio me acerqué por allí a ver qué pasaba", explicó ayer. "Luego decidí quedarme e hice lo que tenía que hacer".

martes, 22 de octubre de 2019

La bandera

Al grave redoblar de los tambores,
marcando el paso con marcial donaire,
la tropa marcha, desplegando al aire
la enseña nacional de tres colores.
--- Mira, madre, prorrumpre un rapazuelo
que ciñe diez abriles por guirnalda;
una perla, un rubí y una esmeralda...
¡Qué encaste más hermoso bajo el cielo!
--- ¡Calla, niño, no sabes lo que dices!
El verde, el blanco, el rojo se han unido 
para escudar la tierra en que has nacido,
donde libre y en paz somos felices.

El verde es el laurel de la victoria;
el blanco, del honor linda azucena;
el rojo es ¡ay! la sangre que en la arena
regó el martirio y consagró la gloria.

¡Es la bandera! ¡Mírala!
Confío en que al seguir su inmaculada huella, 
sabrás luchar y sucumbir por ella.
¡Todo tu corazón dale, hijo mío!

Juan de Dios Peza

viernes, 2 de agosto de 2019

Crónicas coloradas

Con más curiosidad que esperanza, y sin mucho que abandonar, un día empaque un cambio de ropa y me fui a Colorado, sin más plan que el deseo de levantarme de entre los muertos.

Arn Lobo

Disponible en Amazon.com en formato de libro electrónico hay un pequeño panfleto sobre la indigencia en Denver, Colorado. Este libro, titulado  Crónicas coloradas; Imágenes del desahucio,  escrito por Lobo, fue concebido parte  cuentos, parte narración de viaje, parte poesía. Nos cuenta Lobo que la idea inicial del libro era de hacer una crónica de viaje a Denver, Colorado, pero la decrepitud de lugar se impuso inmediatamente como una estampa del desahucio.

A los mexicanos nos resulta natural ver gente mendigando en la calle, pero ver sombras zarrapastrosas empujando carritos de supermercado, llenos con todas sus pertenencias, por las ciudades del imperio resulta pintorescamente surrealista. 

En el albor del tercer milenio, la polarización social y la concentración de la riqueza es evidente en los Estados Unidos. Aunque en México todavía se tiene la imagen de que la pobreza a la gringa es hiperbólica, la verdad es que millones de ciudadanos del imperio no tienen garantizado el pan de cada día. 

El libro también incluye un cuento basado en una nota periodística que ocurrió en Utah. Un indigente de origen mexicano es baleado en un apartamento que allano en una gélida noche de tormenta invernal.

Cuando Lobo hizo el viaje a Colorado, veía los síntomas ubicuos de descomposición social con una mezcla de desesperación y optimismo. Tenia la idea de que las cosas iban mal, pero que eran travesuras del uno por ciento y que, aunque improbables, existen en principio medidas que la sociedad pudiera tomar para enderezar el rumbo. Parece que el problema es más fundamental, y no un efecto accidental y secundario del modelo neo-liberal. La verdad, es que simplemente el ser humano no tiene garantizada una posición de preponderancia en el mundo y la posibilidad de una regresión a un estado animal pre-cultural no es inconcebible.El orden social es el derecho básico, pero no es un derecho natural, sino una convención.

El sistema socio-económico mundial actual esta agotado y no son relevantes consideraciones ideológicas abstractas de capitalismo, socialismo, o istmos circunvecinos. Lo que esta en juego no son solo nociones de igualdad o bienestar compartido, sino, la existencia misma del orden social actual, por no hablar del mismo ser humano. Sin embargo, la realidad ambiental no es algo a lo que se pueda controlar con demagogia. Terminamos creyendo la propaganda del sistema, pero la afectación ambiental es real, y potencialmente catastrófica e irreversible. No se pueden hacer acuerdos, ni definir convenciones con el orden natural, la naturaleza es insobornable.

Se solicitan sugerencias sobre que podemos hacer, no en términos de placebos o dádivas auto-complacientes, sino en cambios profundos del orden social.



jueves, 1 de agosto de 2019

La bella durmiente

En 1924, José Vasconcelos, entonces titular de la Secretaría de Educación Pública, promovió la creación de la colección Lecturas clásicas para niños. En cinco tomos se incluyó una muestra representativa de lo más destacado de la literatura universal. Entre las lecturas se encuentra una versión poética del cuento de Perrault por Gabriela Mistral.

La bella durmiente


Hace tantos años, tantos años
que imposible es el contar,
que de dos reyes nació un día
una niña divinal.

Era linda, linda como
si no fuese de verdad;
era hermosa como un sueño
que de hermoso hace llorar.

Al bautismo de la Infanta
el rey quiso convidar
a las hadas, que reparten,
como harina, el bien y el mal ...
Siete hadas se sentaron
al feliz banquete real.

Cada una de las siete
entregando fue al entrar
una rara maravilla
que traía en el morral.
Y una trajo la armonía,
otra la felicidad,
una el don de hacer la danza,
otra el don de hacerse amar,
una el volverse pájaro,
otra el don de atravesar
las montañas y los mundos,
cual la abeja su panal.

En la mesa recibieron
para hincarlo en su majar,
un cubierto de oro puro
con diamantes de cegar....
Cuando apenas se sentaban,
golpeó otra comensal:
era una hada, vieja y fea,
con hocico de chacal.

Se sentó a la mesa y dijo:
- Me olvidásteis como al Mal,
pero vine aquí a traeros
la genciana del pesar.
La princesa tendrá todo:
cielos, naves, tierra y mar,
pero un día entre sus manos
con un huso jugará.
Y la dueña de la Tierra
con el huso más banal,
en el brazo de jazmines
se dará golpe mortal....

Las siete hadas se quedaron
blancas, blancas de ansiedad;
tembló el rey como una hierba
y la reina echó a llorar.

Las macetas sin un viento
todos vimos desojar;
los manteles se rasgaron
y se puso negro el pan.

Pero una hada que era niña
levantó su fina voz:
era una hada pequeñita,
se llamaba Corazón.
- Hada fea, turba-fiestas,
rompedora de canción,
nos quebraste la alegría,
y yo quiebro tu traición.
La princesa será herida,
mas, por gracia del Señor,
va a dormir por cien años,
hasta la hora del amor.
Para que cuando despierte
no se llene de terror,
que se duerma el mundo todo
al callar su corazón....






El rey hizo que buscaran
entre lana y algodón,
cuantos husos estuvieran
hila que hila bajo el sol.

Recogieron tantos, tantos,
que una parva se vio alzar.
Pero se quedó escondido
el de la Fatalidad.

Fue creciendo la princesa
más aguda que la sal,
más graciosa que los vientos
y tan viva como el mar....
La seguían cien doncellas
como sigue al pavo real
el millón de ojos ardientes
de su cola sin igual.
La seguían por los ríos
si bajábase a bañar,
la seguían cual saetas
por el aire de cristal....
Ningún huso hilaba lana
en el reino nunca más.
Uno hilaba en el palacio,
invisible como el Mal.

La princesa una mañana
en el techo oyó cantar,
y subió siguiendo el canto,
y llegando fue al desván.

Una vieja hilaba en suave
lana blanca, el negro Mal,
le pidió la niña el huso,
el de la Fatalidad.
La mordió como una víbora
en el brazo. Y no fue más...
La princesa cayó al suelo
para no volverse a alzar.

Acudió la corte entera
con rumor como el mar.
La pusieron en su lecho
y empezó el maravillar.






Se durmió la mesa regia,
se durmió el pavo real,
se durmió el jardín intacto,
con la fuente y el faisán;
se durmieron los cien músicos
y las arpas y el timbal:
se durmió la que lo cuenta,
como piedra y sin soñar....
Al salir de su palacio
el monarca, se durmió
todo el bosque palpitante
extendido alrededor.






Y pasaron los cien años;
un rey y otro más subió.
La princesa se hizo cuento,
como el Pájaro hablador.
A aquel bosque negro, negro,
hombre ni ave penetró:
lo esquivó Caperucita
santiguándose de horror....





Va ahora un príncipe de caza
(todo rey es cazador).
Orillando pasa el bosque
que está mudo como un dios.
Se desmonta tembloroso
y pregúntale a un pastor
lo que esconde el bosque erguido
con el olor de maldición.

Y el pastor le va contando
embriagado de ficción,
de la niña que ha cien años
en su lecho se durmió.

Y entra el príncipe en la selva
que se entreabre maternal...

Le detiene un alto muro
y lo logra derribar;
le detiene una honda estancia
de apretada obscuridad;
atraviesa la honda estancia,
toca un lecho y busca más...
Y detiénele el prodigio
de la niña fantasmal.

Duerme blanca cual la escarcha
que se cuaja en el cristal;
duermen alma y cuerpo en ella;
derramada está la paz
en las sienes sin latido,
en la trenza sin tocar,
y en el párpado, que cae,
puro sueño y suavidad...

Y él se inclina hacia el semblante
(ya ni puede respirar).
Y su boca besa la otra,
pálida de eternidad,
y las rosas de la vida
entreabriendo suaves van...
Y los párpados se alzan,
¡qué pesados de soñar!,
y los labios desabrochan
y diciendo lentos van:
-¿Por qué tanto te tardaste,
¡oh, mi príncipe! en llegar?

Con el beso despertándose
el palacio entero está:
se despierta la marmita
y comienza a gluglutear;
se despierta y va extendiendo
su abanico el pavo real;
se despiertan las macetas
con un blando cabecear;
se despiertan los corceles,
se les oye relinchar
y se uncen anhelantes
a carrozas de metal;
se despierta en torno el bosque,
como se despierta el mar;
se despiertan los cien guardias,
y comienzan a llegar
las doncellas junto al lecho
con el ruido sin igual
con que gritan las gaviotas
cuando empieza a alborear...

La princesa le da al príncipe
de cien años el amar,
las miradas de cien años,
anchas de felicidad.
Y la mira y mira el príncipe,
y no quiere más cerrar
sus dos ojos sobre el sueño
que se puede disipar.

Y las fiestas siguen, siguen;
son como una eternidad,
y ni ríndense las arpas,
y ni rómpese el timbal...

viernes, 18 de agosto de 2017

RUBÉN DARÍO > A ROOSEVELT

¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,
que habría que llegar hasta ti, Cazador!
Primitivo y moderno, sencillo y complicado,
con un algo de Washington y cuatro de Nemrod.
Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.

Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy.
Y domando caballos, o asesinando tigres,
eres un Alejandro-Nabucodonosor.
(Eres un profesor de energía,
como dicen los locos de hoy.)
Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción;
en donde pones la bala
el porvenir pones.
No.

Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant le dijo: «Las estrellas son vuestras».
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta...) Sois ricos.
Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón;
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva York.

Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del gran Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
«Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.

Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!n>

domingo, 13 de agosto de 2017

El conquistador


Cabrera y Carvajal fueron mis nombres.
He apurado la copa hasta las heces.
He muerto y he vivido muchas veces.
Yo soy el Arquetipo. Ellos, los hombres.
De la Cruz y de España fui el errante
Soldado. Por las nunca holladas tierras
De un continente infiel encendí guerras.
En el duro Brasil fui el bandeirante.
Ni Cristo ni mi Rey ni el oro rojo
Fueron el acicate del arrojo
Que puso miedo en la pagana gente.
De mis trabajos fue razón la hermosa
Espada y la contienda procelosa.
No importa lo demás. Yo fui valiente.

Jorge Luis Borges

jueves, 13 de agosto de 2015

COPLAS DE DON JORGE MANRIQUE POR LA MUERTE DE SU PADRE

COPLAS DE DON JORGE MANRIQUE POR LA MUERTE DE SU PADRE

I

Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.

II

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s'es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
por tal manera.

III

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.

INVOCACIÓN

IV

Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
non curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores.
Aquél sólo m'encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo non conoció
su deidad.

V

Este mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.

VI

Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, segund nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Aun aquel fijo de Dios
para sobirnos al cielo
descendió
a nescer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.

VII

Si fuesse en nuestro poder
hazer la cara hermosa
corporal,
como podemos hazer
el alma tan glorïosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
toviéramos toda hora
e tan presta,
en componer la cativa,
dexándonos la señora
descompuesta!

VIII

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos.
Dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallescen.

IX

Dezidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud.

X

Pues la sangre de los godos,
y el linaje e la nobleza
tan crescida,
¡por cuántas vías e modos
se pierde su grand alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
por cuán baxos e abatidos
que los tienen;
otros que, por non tener,
con oficios non debidos
se mantienen.

XI

Los estados e riqueza,
que nos dexen a deshora
¿quién lo duda?,
non les pidamos firmeza.
pues que son d'una señora;
que se muda,
que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual non puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.

XII

Pero digo c'acompañen
e lleguen fasta la fuessa
con su dueño:
por esso non nos engañen,
pues se va la vida apriessa
como sueño,
e los deleites d'acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
e los tormentos d'allá,
que por ellos esperamos,
eternales.

XIII

Los plazeres e dulçores
desta vida trabajada
que tenemos,
non son sino corredores,
e la muerte, la çelada
en que caemos.
Non mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
no hay lugar.

XIV

Esos reyes poderosos
que vemos por escripturas
ya passadas
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
assí, que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
e perlados,
assí los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.

XV

Dexemos a los troyanos,
que sus males non los vimos,
ni sus glorias;
dexemos a los romanos,
aunque oímos e leímos
sus hestorias;
non curemos de saber
lo d'aquel siglo passado
qué fue d'ello;
vengamos a lo d'ayer,
que también es olvidado
como aquello.

XVI

¿Qué se hizo el rey don Joan?
Los infantes d'Aragón
¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invinción
como truxeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e çimeras?

XVII

¿Qué se hizieron las damas,
sus tocados e vestidos,
sus olores?
¿Qué se hizieron las llamas
de los fuegos encendidos
d'amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel dançar,
aquellas ropas chapadas
que traían?

XVIII

Pues el otro, su heredero
don Anrique, ¡qué poderes
alcançaba!
¡Cuánd blando, cuánd halaguero
el mundo con sus plazeres
se le daba!
Mas verás cuánd enemigo,
cuánd contrario, cuánd cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuánd poco duró con él
lo que le dio!

XIX

Las dávidas desmedidas,
los edeficios reales
llenos d'oro,
las vaxillas tan fabridas
los enriques e reales
del tesoro,
los jaezes, los caballos
de sus gentes e atavíos
tan sobrados
¿dónde iremos a buscallos?;
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?

XX

Pues su hermano el innocente
qu'en su vida sucesor
se llamó
¡qué corte tan excellente
tuvo, e cuánto grand señor
le siguió!
Mas, como fuesse mortal,
metióle la Muerte luego
en su fragua.
¡Oh jüicio divinal!,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua.

XXI

Pues aquel grand Condestable,
maestre que conoscimos
tan privado,
non cumple que dél se hable,
mas sólo como lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas e sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?,
¿qué fueron sino pesares
al dexar?

XXII

E los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como reyes,
c'a los grandes e medianos
truxieron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
qu'en tan alto fue subida
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue amatada?

XXIII

Tantos duques excelentes,
tantos marqueses e condes
e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
e traspones?
E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
y en las pazes,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerça, las atierras
e desfazes.

XXIV

Las huestes inumerables,
los pendones, estandartes
e banderas,
los castillos impugnables,
los muros e balüartes
e barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo passas de claro
con tu flecha.

XXV

Aquel de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
pues los vieron;
ni los quiero hazer caros,
pues qu'el mundo todo sabe
cuáles fueron.

XXVI

Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
e parientes!
¡Qué enemigo d'enemigos!
¡Qué maestro d'esforçados
e valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benino a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
qué león!

XXVII

En ventura, Octavïano;
Julio César en vencer
e batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
e trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría;
en su braço, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
que prometía.

XXVIII

Antoño Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en la elocuencia;
Teodosio en humanidad
e buen talante.
Aurelio Alexandre fue
en desciplina e rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el grand amor
de su tierra.

XXIX

Non dexó grandes tesoros,
ni alcançó muchas riquezas
ni vaxillas;
mas fizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
e sus villas;
y en las lides que venció,
cuántos moros e cavallos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas e los vasallos
que le dieron.

XXX

Pues por su honra y estado,
en otros tiempos passados
¿cómo s'hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos e criados
se sostuvo.
Después que fechos famosos
fizo en esta misma guerra
que hazía,
fizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que tenía.

XXXI

Estas sus viejas hestorias
que con su braço pintó
en joventud,
con otras nuevas victorias
agora las renovó
en senectud.
Por su gran habilidad,
por méritos e ancianía
bien gastada,
alcançó la dignidad
de la grand Caballería
dell Espada.

XXXII

E sus villas e sus tierras,
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por çercos e por guerras
e por fuerça de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portogal,
y, en Castilla, quien siguió
su partido.

XXXIII

Después de puesta la vida
tantas vezes por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero;
después de tanta hazaña
a que non puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa d'Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta,

XXXIV

diziendo: "Buen caballero,
dexad el mundo engañoso
e su halago;
vuestro corazón d'azero
muestre su esfuerço famoso
en este trago;
e pues de vida e salud
fezistes tan poca cuenta
por la fama;
esfuércese la virtud
para sofrir esta afruenta
que vos llama."

XXXV

"Non se vos haga tan amarga
la batalla temerosa
qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dexáis.
Aunqu'esta vida d'honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
peresçedera."

XXXVI

"El vivir qu'es perdurable
non se gana con estados
mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
e con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos e aflicciones
contra moros."

XXXVII

"E pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
e con esta confiança
e con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperança,
qu'estotra vida tercera
ganaréis."

[Responde el Maestre:]

XXXVIII

"Non tengamos tiempo ya
en esta vida mesquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
e consiento en mi morir
con voluntad plazentera,
clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura."

[Del maestre a Jesús]

XXXIX

"Tú que, por nuestra maldad,
tomaste forma servil
e baxo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sofriste sin resistencia
en tu persona,
non por mis merescimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona".

FIN

XL

Assí, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
e criados,
dio el alma a quien gela dio
(el cual la ponga en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dexónos harto consuelo
su memoria.

Jorge Manrique, 1477

miércoles, 18 de junio de 2014

Hombre de México



“Hombre de México” de Aurora Reyes


Algo oscuro ha pasado por el cielo de México.
Está herida la tierra
Y en los labios del viento
Silba el agudo filo de antigua profecía.
El horizonte ahoga un paisaje de alas
Ceñido en ondulantes anillos de serpiente.
Águila deshojada!
Un sueño de poetas llora un sueño de héroes.
Algo ha sabido el agua de litorales libres;
La nave de la espuma
Hace viajes de alarma entre azules y grises.
Inmóviles metales conspiran en las sombras
Batallones de arboles manifiestan sus brazos
La noche vigilante se apresta para el alba.
¿En donde estas creciendo silencioso gigante?
¿Qué paisaje florece distancia en tu mirada?
¿Qué sombras te transitan?
¿Que verdades te hablan?
Nutrido de hambres públicas,
De olvidos de ceniza,
De espinas colectivas,
De muchedumbres-lágrimas.
¡Ya levántate y surge!
Ya congrega y trasciende
Esta imposible angustia panorámica
Múltiple voz eleva sus hojas verticales
Clamando por el fruto maduro de tu frente.
¡Desolada bandera!
Otra vez patria suave…
Ya vienen otra vez los mercaderes.
Ya vienen a llevarse tu riqueza,
Tus cándidos tesoros,
Tu color solferino,
Tu morado rabioso
Y únicos en el mundo, los ojos de tus niños
Se acabaran tus pueblos de gardenia,
Tus provincias de nardo,
Tus novias de amapola,
Tu cempasúchil de oro
Y los intensos campos de tu flor madreselva.
Ya no tendrás esquinas con vueltas de cilindro,
Ni jardines de mantos,
Ni ventanas de celo,
Ni serenata tierna.
Ni habrá más lotería de cartoncitos.
Apagarán tus júbilos de cohete y chinampina,
La deslumbrada luz de tus “castillos”,
Aquella verde danza de tu ancestral amiga
Y tu alucinación de maguey liquido.
Se romperá el hechizo de tus sirenas,
Centro de zapateado y conquián
Los irisados gallos de las peleas
Y los viernes de cábala y copal.
En mecánico ritmo tomarán la armonía
Del ardiente prodigio que modela tu mano
La magia de tu lenta caricia, la alegría
De los florecimientos de tu amor artesano.
Tus veneros de azul serán cegados
En el color caliente de tu sangre.
Envolverán en dólares tus huesos
Y en humo celofán tu joven aire.
Escucha cómo crecen las tinieblas del odio,
Oye cómo caminan los desiertos del hambre,
Cómo construye firmes paraísos la fiebre
Y murmura cuchillos la prisión de la sangre.
Ven a ver cómo lloran las escuelas.
¡Que cielos de amargura filtran las vecindades!
Las mujeres con alma de montaña
Amasan en su rostro silencios vegetales.
Ven a cumplir tu entero destino, sombra clara;
Te invocamos anónimo y auténtico,
Hermano sin ayer y sin mañana
¡Ven a morirte, Hombre de México!
Te espera la impaciencia,
Lo encuentros te buscan,
Arden las multitudes,
Se queman las palabras.
Surge ya, ¡capitán de la angustia!
Te llama la voz verde de las cañas.
Por este barro en marcha que somos,
Por el amor del agua,
Por la muerte del árbol inocente
Y su cosecha trágica.
Por tu serena dignidad de cacto
Erguido en los desiertos de la sed,
Tu corazón de tuna colorada,
Y tu canción de miel.
Por el incomprendido desorden de tus sueños
Allí, de donde parten los caminos de sal,
Por la lluvia vendida,
Por el pan traicionado,
Por los ojos nocturnos del jacal.
Por el sol, Por la nube, Por la flor,
Por la palabra “Tierra”, Por la voz “Libertad”,
Por los dioses de elote del cañaveral.
México, abre los brazos, ¡crécelos! mar que has purificado los ríos de otras aguas
Acoge nuestra voz. ¡Recíbela! ¡Levántala!
Y coloca tu cifra de justicia
En el cielo más alto del amor.
Abre tu antiguo rostro golpeado de infinito,
El volcán de tu entraña,
Tu potencia de abismo azul.
Alcanza los contornos morenos de la raza,
Desnuda las tinieblas,
Multiplica las flechas de la luz.
Crece los brazos, ¡crécelos mas!
Y en un himno de cumbres liberadas que crispe el huracán.
Irrumpan el espacio de la Indoamérica
Las palomas de azúcar de la paz.
Ven a cumplir tu entero destino, sombra clara;
Te invocamos anónimo y auténtico,
Hermano del ayer y del mañana ¡Surge ya!,
¡Hombre de México!

domingo, 20 de abril de 2014

COMO LATAS DE CERVEZA VACÍAS

Como latas de cerveza vacías y colillasde cigarrillos apagados, han sido mis días.

Como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.

Como los automóviles que pasaban rápidos por las carreteras
con risas de muchachas y música de radios…

Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
y las canciones de los radios que pasaron de moda.

Y no ha quedado nada de aquellos días, nada
más que latas vacías y colillas apagadas,
risas en fotos marchitas, boletos rotos,
y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.

Ernesto Cardenal

martes, 25 de marzo de 2014

Jaime Sabines

Lento, amargo animal
Que soy, que he sido,
Amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
Que en la primera generación del hombre pedía a Dios.

Amargo como esos minerales amargos
Que en las noches de exacta soledad
-Maldita y arruinada soledad
Sin uno mismo-
Trepan a la garganta
Y, costras de silencio,
Asfixian, matan, resucitan.

Amargo como esa voz amarga
Prenatal, presubstancial, que dijo
Nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
Que murió nuestra muerte,
Y que en todo momento descubrimos.

Amargo desde dentro,
Desde lo que no soy,
-Mi piel como mi lengua-
Desde el primer viviente,
Anuncio y profecía.

Lento desde hace siglos,
Remoto -nada hay detrás-,
Lejano, lejos, desconocido.

Lento, amargo animal
Que soy, que he sido.

jueves, 13 de febrero de 2014

No te enamores de una mujer que lee

No te enamores de una mujer que lee,
de una mujer que siente demasiado,
de una mujer que escribe...

No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca.

No te enamores de una mujer que piensa,
que sabe lo que sabe y además sabe volar;
una mujer segura de sí misma.

No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor,
que sabe convertir en espíritu su carne;
y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas),
o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música.

No te enamores de una mujer a la que le interese la política
y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias.

Una a la que le gusten los juegos de fútbol y de pelota
y no le guste para nada ver televisión.

Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo.

No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida e irreverente.

No quieras enamorarte de una mujer así.

Porque cuando te enamoras de una mujer como esa,
se quede ella contigo o no, te ame ella o no,
de ella, de una mujer así, JAMAS se regresa".

Martha Rivera Garrido, poeta dominicana.

viernes, 7 de febrero de 2014

En la sombra del agua (con Pedro Aznar)



Published on Jul 11, 2013

Alejandro Filio en Concierto para Argentina HD el cual fue grabado en 2005, ¿Te gusto? Recuerden no fomentamos la piratería sino el conocimiento cultural de la música apoyemos al artista comprando sus discos Originales.

domingo, 29 de diciembre de 2013

viernes, 19 de julio de 2013

TE QUIERO

No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de Enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

Pablo Neruda