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lunes, 28 de marzo de 2011

El acuerdo

Carmen Aristegui


"Balance", hubiera sido el nombre del periódico que Felipe Calderón habría dirigido si, en lugar de haber sido político, hubiera sido periodista, según dijo él mismo cuando se refería, críticamente, a lo que sucede hoy en los medios de comunicación. Inspirado en Castillo Peraza, dijo que las únicas informaciones que son precisas y confiables son aquellas que se refieren a los resultados deportivos. A principios del año pasado, también, recriminó a los medios que difundían gratis las mantas de criminales, mientras que -confesión textual- a los del gobierno "nos cuesta varios millones de pesos pagar una primera plana". Ha dicho también, que el gobierno no ha sabido explicar lo que se está haciendo en el combate al crimen. Ha lamentado no tener "... el control de la información estatal". Parece estar convencido de que lo que hay aquí es un problema de percepción. Viene al caso recordarlo, a la luz de la firma del "Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia", realizada este miércoles en el Museo de Antropología. El acuerdo se firmó bajo los auspicios de "Iniciativa México", el proyecto impulsado desde la televisión. Por diferentes motivos, el texto del acuerdo no fue suscrito ni por todos los medios ni por todos los periodistas del país. Algunos, como Reforma, explicaron en dos líneas sus razones. El acuerdo busca establecer: "criterios editoriales comunes" para "la cobertura informativa de la violencia". Llama la atención que para estrenar "criterios editoriales comunes" algunos colegas firmantes nos identificaron reiteradamente como "mezquinos" o "los mezquinos de siempre", a los que, en nuestro derecho, no suscribimos un acuerdo uniformador como el que fue anunciado. Entre otras cosas, como en mi caso, porque ni siquiera fuimos invitados. Por supuesto que no se puede estar en desacuerdo con varios de los planteamientos hechos en el texto sobre la responsabilidad de los medios y el papel relevante que jugamos cuando realizamos nuestras tareas informativas y de opinión, especialmente, en un contexto tan delicado como el que ahora vivimos. Por supuesto que la sociedad merece un marco de comportamiento ético dentro de los medios para comprender y estar enterados de una realidad tan cruda como la que tenemos enfrente, pero resulta imposible sacudir la sospecha -como diría el doctor Edgardo Buscaglia- de que la pretensión final de todo esto es: "... gerenciar el flujo de la información", uniformar coberturas e intentar modificar, desde los medios y no desde la transformación misma de esta realidad, la percepción social de lo que está pasando. El acuerdo se firma, en el momento en el que todos los indicadores apuntan al fracaso de la estrategia gubernamental. Obama dijo a CNN que Calderón estaba frustrado por "el crecimiento de los cárteles", en el peor de los diagnósticos posibles. El FBI habló de resultados insatisfactorios. Napolitano advirtió que "... la batalla contra los cárteles está en un punto muy peligroso y puede retroceder hasta donde empezó... es necesario sostener la lucha porque de lo contrario los cárteles continuarán creciendo". La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes recién informó que las organizaciones criminales en México dominan la oferta ilícita a granel de cocaína, heroína y metanfetaminas en Estados Unidos. Noventa por ciento de la cocaína de Sudamérica pasa por México. El cultivo de amapola para heroína en México ha crecido sostenidamente desde el 2000. Somos el tercer lugar en producción de opio. La corrupción sigue obstaculizando el combate al narcotráfico. El secretario de Salud informó que en seis años se ha duplicado el consumo de cocaína y ha aumentado 50% el de marihuana. Una encuesta de la American Chambers dice que el 67% de empresarios se sienten inseguros. En materia de detenciones, los expertos hablan de un sesgo a favor del cártel más poderoso. La cifra oficial de muertos asciende a 34 mil 612 personas, al corte de enero. La violencia y las prácticas de terror son de todos conocidas. Estamos, en resumen, ante un balance catastrófico y hay que saberlo. Es este un contexto en el que lo que menos se necesita es uniformidad, "discreción", o achatamiento de los medios que es, precisamente, lo que sugiere la firma de este acuerdo. Lo que la sociedad mexicana requiere es una cosa enteramente distinta: información clara, precisa, amplia, diversa, plural y crítica de los sucesos que marcan la vida nacional. Cualquier intento en sentido contrario será derrotado por la realidad misma.

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