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jueves, 1 de noviembre de 2012

¿Como contarlo?

Rosaura Barahona

Estuve varios días con un grupo de capacitadores del Bachillerato Internacional en el DF. Había maestros de Argentina, Canadá, Chile, Estados Unidos, Perú, Suiza, Uruguay y México.

Tanto algunos de los capacitadores como varios de los maestros participantes en los talleres, al saber que yo era de Monterrey, me preguntaron si mi ciudad era la que salía en las noticias del mundo como muy violenta o si ya las cosas habían mejorado un poco.

Monterrey fue por años una ciudad de empuje, muy agringada, con gente de mucha energía, con una clase alta predominantemente clasista y arrogante, con una clase media numerosa, con una vida nocturna de bajos fondos inimaginable y con pobres por todos lados.

A los visitantes atentos les sorprendía el contraste entre pobres y ricos y entre la modernidad de la Ciudad y el conservadurismo de sus habitantes.

Hoy Monterrey ha cambiado a fuerza de maltratos y golpes. El orgullo cedió su lugar al miedo recién estrenado y siempre creciente.

Muchos hacen su parte para recuperar la paz en esta ciudad que nunca volverá a ser la de antes, pero que lucha por ser habitable de nuevo.

Sin embargo, a menudo esos esfuerzos son inútiles: numerosos factores negativos, externos e internos, se han fusionado en una especie de hoyo negro que todo se traga.

En uno de los talleres del BI trabajamos con un documento, "La narrativa en las instituciones: El poder y las trampas al utilizar historias para compartir conocimientos en las instituciones", de Deborah Sole y Daniel Gray Wilson, de LILA (Universidad de Harvard). LILA significa "Learning Innovations Laboratories", o sea, "Laboratorios para Innovaciones del Aprendizaje".

LILA reúne a un grupo de investigadores interdisciplinarios para buscar formas que permitan mejorar de manera continua las organizaciones de cualquier tipo, incluidas las académicas.

Llamó la atención ver cómo en LILA se da importancia a la llamada "narrativa" dentro de esas organizaciones. Sole y Wilson dicen: "La narrativa es una manera de trasmitir sabiduría y cultura, antigua y tradicional... el conocimiento no puede limitarse a formas analíticas y categóricas porque es inadecuado transmitirlo de ese modo. En su lugar, las instituciones deben buscar formas comunicativas emocionales que sinteticen más que analicen".

Por eso los seres humanos contamos historias y por eso la narrativa está presente a diario en nuestras vidas. Sin embargo hay narrativas que parecen contar, pero no cuentan.

Por ejemplo, una película nunca se puede contar porque está hecha, sobre todo, de imágenes. Se puede contar el argumento o la trama, pero nunca la película: ¿cómo se cuenta la escena del mono que lanza un hueso y regresa convertido en una nave espacial en la película "2001: Odisea del Espacio"? Las palabras no pueden reproducir con exactitud lo aparecido en la pantalla ni las sensaciones provocadas por ello en el espectador.

¿Cómo se cuenta una obra de teatro? Tampoco se puede. De nuevo, se cuenta la trama y se habla de los personajes, pero ¿cómo se cuenta el monólogo de Hamlet? "¿Y el príncipe dice un monólogo?". ¡Absurdo! Hamlet se debe leer porque incluso las representaciones son interpretaciones del director y de los actores.

¿Cómo se narra la escultura de "El Pensador" de Rodin o "Para Elisa" de Beethoven? Nada de lo artístico o extremo se puede contar, sólo vivir directa o indirectamente.

Por eso es tan difícil narrar el Monterrey de hoy. Mi percepción es una sola y siempre habrá quien esté de acuerdo y en desacuerdo conmigo. ¿Cómo se puede contar la tristeza que nos llena al ya no sentir ni segura ni nuestra una ciudad que fue ambas cosas por años?

¿Cómo describir el miedo casi irracional que nos invade cuando escuchamos una balacera cerca de la casa?

¿Cómo contar el dolor de los familiares de los desaparecidos o de los asesinados porque sí?

La narrativa es importante en todo, pero a menudo no funciona. Ante la belleza infinita, el misterio irresoluto o el dolor injustificado y fuera de lugar y de tiempo, las palabras se vuelven inútiles y se nos mueren en las manos.

Se cuenta algo cuando se sabe qué decir. Pero cuando no se sabe porque no se comprende, ¿cómo lo contamos?


rosaurabster@gmail.com

Hora de publicación: 04:20 hrs.

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