Nube de etiquetas

actitud Africa África Agricultura Alemania Alfonso Reyes América amor antidepresivo Arabia Argentina arte Asia Astronomía Blake Borges Brazil Bush CAINTRA cambio climático Canada canción Cardenal censura Centroamerica Chiapas Chile China chistes cinismo Clima Colombia corrupción Cristo Cuba cuentos cultura depresión Diógenes discriminación dolor Durango ecología Economía Édith Piaf Eduardo Galeano educación emigrantes esclavitud escritura España Español Esperanto Estados Unidos estereotipos estrategia Europa exilio Facebook Facundo Cabral familia Felipe filosofía Francia Gandhi Gates Geografía gobierno Google Grecia griego guerra hábitos Hernando de Alvarado Tezozómoc higiene hijo historia Holanda iglesia impuestos India ingenieros Inglaterra internet Irak Iran Irlanda Israel Italia ITESM Izcoatl JALIL GIBRÁN Japón Jesús Jordania José López Alavés José Martí José Vasconcelos Calderón Joseito Fernandez karate latin lenguaje Leonardo da Vinci ley Libano libertad literatura Machado Maiz Manu Chao Manuel Bernal Marcos Mario Benedetti Mario Vargas Llosa matemática maya medio ambiente mexica México Mictlan Miguel Hernández Miguel León Portilla Mistral mito Mixteca Monterrey muerte música náhuatl Nahuatlaca narcotrafico NASA naturaleza Nervo Nezahualcóyotl Nicaragua Nuevo León Oaxaca Ortografía Otomí Pablo Neruda Palestina Paraguay paz PEDAGOGÍA Persia Perú podcast poder poesía política propaganda Puebla Puerto Rico racismo religión rezo Robert Frost Rodolfo Usigli Roma rusia Sally Davies salud Salvador Novo seguridad Serrat sexo Shakespeare Silvio sistemas Sonora Suiza surrealismo Tamaulipas tecnología Teōtihuácān terrorismo Theodore Roosevelt tolteca Turquia Uruguay Venezuela ventas Veracruz Vermeer vida video violencia Washington Olivetto woods Yahoo

martes, 26 de junio de 2007

EN LA VIDA HAY COSAS PEORES, NO HAY QUE QUEJARSE.

Por más jodido...
siempre puede ser peor.



Dos sujetos entran en un apartamento pequeño, caliente y húmedo, arrastrando un muchacho flaquito y debilucho por los brazos. Adentro, Big Leroy, un negro enorme, sudado, hediondo, con cara de mala gente, palillo en la boca, limpiándose las uñas con un machete de cortar cocos. Uno de los hombres dice:

- Oye Big Leroy, el jefe mandó a que te cojas a este sujeto… Dijo que es para que él aprenda a no querer hacerse el valiente con la gente del barrio.

La víctima grita desesperada e implora por el perdón. Pero Leroy apenas asiente con la cabeza, ignorando los lamentos del hombre:

- Pueden dejarlo ahí en ese rincón, yo me encargo de ese hijo de puta dentro de un momento.

Cuando los dos hombres salen, el muchacho dice:

- Sr. Leroy, por favor, no me haga eso, dé jeme ir que yo no le digo a nadie que usted me dejó ir sin castigo ...

Leroy dice:

- ¡Cállate la boca y quédate quieto ahí!

Cinco minutos después, llegan los dos hombres arrastrando otro individuo:

- Big Leroy, el jefe mandó que le cortes las dos piernas y le saques los ojos a este elemento para que aprenda a no llevarse el dinero del jefe.

Leroy con voz grave:

- Déjenlo ahí en ese rincón, que ya resuelvo ese asunto.

Poco después llegan los mismos hombres, arrastrando a un tercer muchacho:

- Big Leroy, el jefe dijo que le cortes el pito a este tipo, para que aprenda a nunca mas meterse con la mujer del jefe. ¡Ah!, y dijo que también le cortes la lengua y todos los dedos para que no haya la mínima posibilidad que pueda tocar otra mujer en su vida. Leroy con voz más grave aún:

- Ya resuelvo eso. Ponlo allí en el rincón junto a los otros dos hijos de puta esos.

Cuando se retiran los tipos, el primer muchacho que había llegado primero dice entonces en voz baja:

- Señor Leroy, con todo respeto, sólo para que usted no se vaya a confundir, yo soy al que hay que cogerse… ¿eh?

No hay comentarios.: