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sábado, 31 de marzo de 2012

Teōtihuácān



Teotihuacan (náhuatl: Teōtihuácān, «Lugar donde fueron hechos los dioses; ciudad de los dioses», )?1 es el nombre que se da a la que fue una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica. El topónimo es de origen náhuatl y fue empleado por los mexicas, pero se desconoce el nombre que le daban sus habitantes. Los restos de la ciudad se encuentran al noreste del valle de México, en el municipio de Teotihuacan (estado de México), aproximadamente a 45 kilómetros de distancia del centro de la Ciudad de México. La zona de monumentos arqueológicos fue declarada Patrimonio de la Humanidad por Unesco en 1987.

Los orígenes de Teotihuacan son todavía objeto de investigación entre los especialistas. Alrededor del inicio de nuestra era, Teotihuacan era una aldea que cobraba importancia como centro de culto en la cuenca del Anáhuac. Las primeras construcciones de envergadura proceden de esa época, como muestran las excavaciones en la Pirámide de la Luna. El apogeo de la ciudad tuvo lugar durante el Periodo Clásico (ss. III-VII d. C.). En esa etapa, la ciudad fue un importante nodo comercial y político que llegó a tener una superficie de casi 21 km2, con una población de 100 mil a 200 mil habitantes. La influencia de Teotihuacan se dejó sentir por todos los rumbos de Mesoamérica, como muestran los descubrimientos en ciudades como Tikal y Monte Albán, entre otros sitios que tuvieron una importante relación con los teotihuacanos. El declive de la ciudad ocurrió en el siglo VII, en un contexto marcado por inestabilidad política, rebeliones internas y cambios climatológicos que causaron un colapso en el norte de Mesoamérica. La mayor parte de la población de la ciudad se dispersó por diversas localidades en la cuenca de México.

Se desconoce cuál es la identidad étnica de los primeros habitantes de Teotihuacan. Entre los candidatos se encuentran los totonacos, los nahuas y los pueblos de habla otomangueana, particularmente los otomíes. Las hipótesis más recientes apuntan a que Teotihuacan fue una urbe cosmopolita en cuyo florecimiento se vieron involucrados grupos de diverso origen étnico, como muestran los descubrimientos en el barrio zapoteco de la ciudad y la presencia de objetos provenientes de otras regiones de Mesoamérica, sobre todo de la región del Golfo y del área maya.

Durante la época prehispánica, Teotihuacan ha sido motivo de interés para quienes han sucedido a los teotihuacanos en Mesoamérica. Los toltecas y mexicas excavaron los restos de la ciudad para extraer objetos preciosos de ella. Esto ha sido confirmado por las exploraciones arqueológicas en Tula y el Templo Mayor de México-Tenochtitlan. La ciudad fue convertida en el escenario de mitos esenciales para las creencias mesoamericanas, como la Leyenda de los Soles de los mexicas.

Actualmente es la zona arqueológica del país con mayor afluencia de turistas, por encima de sitios como Chichén Itzá y Monte Albán. A pesar de lo que pudiera suponerse dada la gran cantidad de monumentos restaurados del sitio, las excavaciones arqueológicas en Teotihuacan continúan hasta nuestros días, y han dado como resultado un paulatino incremento en la calidad y cantidad del conocimiento que se tiene sobre esta ciudad, de la que, por cierto, se desconocen cuestiones tan importantes como su nombre original y la filiación étnica de sus fundadores. Se sabe, en cambio, que fue un sitio cosmopolita, por la presencia documentada de grupos originarios de la costa del Golfo o de los Valles Centrales de Oaxaca.

Teotihuacan es un topónimo de origen náhuatl que le fue dado a la ciudad varios siglos después de su ocaso por los pueblos nahuatlacas. Los mexicas empleaban ese nombre para referirse a las ruinas de la antigua ciudad, y de ellos fue recogido en fuentes históricas y en el uso del idioma español durante la época colonial.2 Las fuentes mexicas son el origen de muchos malos entendidos sobre Teotihuacan, pues ellos conocieron la ciudad cuando ya había sido abandonada. Para ellos, Teotihuacan era una ciudad de un pasado en el que también floreció Tula, por lo que pensaban que sus habitantes fueron toltecas.3
Se han propuesto varias hipótesis sobre el significado del topónimo. Hay que recordar que el náhuatl es una lengua aglutinante que permite expresar ideas complejas en un solo vocablo mediante la adición de afijos a una raíz. Una de las interpretaciones más conocidas es la que traduce Teotihuacan como Lugar donde nacieron los dioses. Pasztory plantea que el vocablo puede tener el significado de Lugar donde fueron hechos los dioses.4 Esta interpretación está relacionada con la Leyenda de los Soles, un conocido mito cosmogónico mesoamericano —y particularmente nahua— que ubica en esta ciudad la creación del Quinto Sol mediante el sacrificio de todos los dioses de la era anterior.

En el Diccionario del náhuatl en el español de México, Montemayor dice que proviene de los vocablos téotl (dios), -ti (ligadura eufónica), hua (posesivo), -can (locativo que indica el sitio donde se realiza una acción), de modo que lo traduce como Lugar de los que tienen dioses.5

Lo cierto es que se desconoce el nombre que la ciudad recibió de sus habitantes en la época de su florecimiento. Algunos textos descubiertos en el área maya suelen relacionar el glifo puh, (tule) con personajes de filiación teotihuacana representados en estelas de ciudades mayas tan importantes como Tikal, Uaxactún y Bonampak. Puh posee en las lenguas mayances el mismo el mismo significado que tiene el vocablo Tollan (AFI: [toːɬːan]), que designaba a la ciudad fabulosa de la mitología mesoamericana. Tollan era arquetipo de la civilización mesoamericana y origen de la legitimidad de los linajes dominantes en numerosos estados en toda la región. Los mayistas tienen posiciones diversas sobre la identidad de Puh, algunos de ellos sostienen que ese lugar mencionado en diversos textos mayas es Teotihuacan.6 Esta hipótesis podría ser reforzada por el descubrimiento de varias representaciones del glifo puh en la pintura mural del conjunto residencial teotihuacano de Tepantitla.7

Aunque se identificó originalmente a esta Tollan legendaria con Tollan-Xicocotitlan, la capital de los toltecas, algunos investigadores han preferido separar el mito de la historia, principalmente porque no sólo esta ciudad sino otras de igual relevancia en Mesoamérica fueron llamadas de la misma forma.8 Sin embargo, la distinción entre las ciudades históricas y la ciudad mitológica no es aplicada de manera monolítica. Haciendo un análisis de las fuentes históricas, los hallazgos arqueológicos en el centro de México y en el área maya —como el referido caso del glifo puh en las Tierras Bajas—, Enrique Florescano hace una asociación del mito con la ciudad de Teotihuacan, de modo que la llama Tollan-Teotihuacan y atribuye a la llamada ciudad de los dioses la identidad de la Tula mitológica.9 Esta misma postura había sido sostenida por Laurette Séjourné en el congreso de arqueólogos donde se estableció que la Tollan mitológica fue Tollan-Xicocotitlan,10 y es compartida Stuart,11 Uriarte,12 y Duverger.13 René Millon, uno de los más reconocidos especialistas en el tema de Teotihuacan, opina que efectivamente Teotihuacan es la legendaria Tollan, pero no acepta que este haya sido su nombre.14

Teotihuacan fue fundada en una posición poco común en su época con respecto al patrón de asentamiento propio de la cuenca de México durante el Preclásico Medio. La mayoría de los asentamientos de mayor envergadura en la región se localizaban en la ribera del sistema lacustre del Anáhuac o muy cerca de ella. Cuicuilco y Copilco en el sur; Ticomán, El Arbolillo, Zacatenco y Tlatilco en el norte; y Tlapacoya en el oriente son ejemplo de ello. En contraste, Teotihuacan se levantó a quince kilómetros de la costa del lago de Texcoco, sobre el río San Juan en el valle que ha tomado el nombre de la ciudad. Duverger afirma que la ubicación de Teotihuacan corresponde no sólo a una frontera ecológica, sino a la frontera entre la civilización agrícola mesoamericana y el mundo cultural de los pueblos aridoamericanos nómadas.15

El valle de Teotihuacan forma parte de la cuenca de México. Se ubica en el noreste de ese gran vaso lacustre de más de 14 mil km2 de superficie, dentro de los límites que actualmente corresponden al estado de México. Su altitud va de los 2 240 msnm a los 3 200 en la cúspide del cerro Gordo. En la zona de monumentos arqueológicos la altitud es de 2300 msnm. El valle está limitado al norte por los cerros Gordo, Malinalco y Colorado; al sur por la sierra de Patlachique, con elevaciones superiores a 2600 msnm; y hacia el oriente termina en las inmediaciones de Otumba y los cerros aledaños. Al suroeste del valle se localiza el cerro Chiconautla, cerca de la antigua desembocadura del río San Juan. El cerro Tonala, al poniente, marca la separación entre el valle de Teotihuacan y la llanura aluvial donde se encuentran Tecámac y Zumpango.
El drenaje principal del valle de realiza hacia el vaso del lago de Texcoco a través de los ríos San Juan, San Lorenzo y Huixulco. Estos ríos son estacionales, crecen en época de precipitaciones y durante el resto del año sus corrientes desaparecen de la superficie para emerger en la siguiente estación lluviosa.16 Los ríos del valle de Teotihuacan desembocaban en la época prehispánica cerca de Cuanalán. Debido a la desecación de los lagos del Anáhuac —proceso iniciado en el siglo XVII y que continúa hasta el siglo XXI17 —, el San Juan ha sido canalizado hacia el desagüe general del valle de México.

Los suelos del valle de Teotihuacan pertenecen principalmente a cuatro tipos. El feozem corresponde al 40% de la superficie, Le siguen en importancia los tipos vertisol (16%), cambisol (13.5%) y leptosol (13%).18 Se han realizado investigaciones con el propósito de observar cuál ha sido el impacto de la actividad humana sobre los suelos de Teotihuacan. Rivera Uria et al. advierten que en algunos sitios como el cerro San Lucas la composición de la superficie ha cambiado dramáticamente.19 En este caso encontraron que antes del establecimiento de las primeras comunidades del Preclásico el suelo dominante en ese lugar era el luvisol, que actualmente ha desaparecido. Otras secciones del valle fueron afectadas con propósitos constructivos. El volumen inmenso de materiales empleados para el relleno de la pirámide de la Luna procede de la superficie de zonas cercanas al edificio —donde se han encontrado depresiones artificiales— y alcanza 2 millones de m3.20

La vegetación del valle de Teotihuacan ha cambiado poco respecto a la época prehispánica, aunque es evidente que el paisaje actual es resultado de una combinación de factores naturales y antropogénicos. La diferencia principal consistiría en la extensión de los ecosistemas vegetales —pues la superficie dedicada a la agricultura ha crecido a costa de ellos— y en la desaparición de las especies del género Pinus en el paisaje del valle.21 En la actualidad la región presenta seis tipos principales de vegetación. Cuenta con pequeños reductos de bosque de encinos, ubicados en el cerro Gordo; este tipo de vegetación probablemente cubrió las zonas que actualmente son ocupadas por matorrales de encino (Quercus microphyla) que constituyen un segundo tipo de vegetación. El matorral de xerófitas es el tipo de vegetación más representativo en la actualidad, y comprende especies como Opuntia streptacantha, Zaluzania augusta y Mimosa biuncifera. A estos tipos de vegetación se suman los pastizales, la vegetación hidrófila estacional, asociada con la temporada de lluvia.22

Las condiciones del valle favorecieron la concentración demográfica por ser benéficas para el estilo de vida mesoamericano basado en la agricultura. Los patrones de asentamiento indican que durante el Preclásico (c. 2500 a. C.-200 d. C.) las primeras aldeas se establecieron en las laderas de los cerros que, como se dijo arriba, contaban con suelos aluviales propios para el cultivo, pero a partir del Clásico (c. 200-700 d. C.) ocurrió un aumento de la población en el fondo del valle.23 Sin embargo, por estar localizado en la zona de transición entre el ambiente lacustre del Anáhuac y el más seco de los valles de Tulancingo y del Mezquital, estaba expuesto a algunas fluctuaciones climatológicas. La iluviación de la arcilla encontrada en el tepetate del cerro San Lucas da cuenta de una disminución de la humedad ambiental que coincide con el aumento de la población,24 aunque el apogeo de Teotihuacan parece estar relacionado con un ambiente relativamente más húmedo y templado el actual.25

A ciencia cierta no se sabe cuál es la identidad del pueblo que fundó Teotihuacan. La ciudad había sido abandonada mucho tiempo antes del arribo de los españoles a Mesoamérica, de modo que las escasas referencias a la ciudad que se conservaron en las fuentes históricas producidas en los años posteriores a la Conquista de México no hablan propiamente de los habitantes de Teotihuacan, sino de la representación que de ellos tenían quienes vivieron en el Anáhuac después del colapso teotihuacano. Los informantes nahuas de Bernardino de Sahagún pensaban que Teotihuacan fue el sitio donde los dioses se reunieron para dar origen a Nahui Ollin, el Quinto Sol de acuerdo con la mitología indígena, el que alumbra la era contemporánea.
Cuando aún era de noche,
cuando aún no había día,
cuando aún no había luz,
se reunieron,
se convocaron los dioses
allá en Teotihuacan.
Dijeron,
hablaron entre sí:
—«¡Venid acá, oh, dioses!
«¿Quién tomará sobre sí,
«quién se hará cargo
«de que haya día,
«de que haya luz?»
De acuerdo con las fuentes coloniales, los nahuas pensaban que Teotihuacan fue construida por los quinametzin, una raza de gigantes que pobló el mundo durante la era anterior y cuyos sobrevivientes se encontraban ocultos. Los templos, las pirámides de la ciudad eran imaginados como las tumbas de los señores que fundaron la ciudad, un lugar sagrado donde al morir y ser enterrados, los hombres se convertirían dioses.
Y lo llamaron Teotihuacan,
porque era el lugar donde se enterraban los señores.
Pues según decían:
«Cuando morimos,
«no en verdad morimos,
«porque vivimos, resucitamos,
«seguimos viviendo, despertamos.
«Esto nos hace felices»
[...]
Decían: «se hizo allí dios»,
quiere decir que allí se murió.
Pero para los informantes de Sahagún, la identidad de los fundadores de Teotihuacan era desconocida. Hay varias hipótesis sobre la identidad étnica y lingüística de los fundadores de Teotihuacan. La larga presencia de los otomíes en el valle de México ha llevado a plantear que ellos fueron los fundadores de la ciudad. Para algunos autores es muy probable que el componente otomiano en la ciudad fuera muy importante,26 sin embargo, sólo algunos consideran que la clase dominante de Teotihuacan fue otomiana. En opinión de Wright Carr, tanto la élite como el componente demográfico más importante de Teotihuacan debió ser proto otomí-mazahua, en un territorio que estuvo rodeado por otros pueblos de habla otomangueana y totonaca. De acuerdo con análisis algunos análisis glotocronológicos, la separación de las lenguas otomí y mazahua ocurrió precisamente en el período de apogeo de Teotihuacan.27

Correlacionando la evidencia lingüística y la arqueológica, Kaufman propone que la lengua hablada por los teotihuacanos pudo ser el mazahua, el otomí, el totonaco, el tepehua, el popoloca, el mixteco o el chocholteco. Acepta la probabilidad de que también se haya hablado nahua en la ciudad, pero desde su punto de vista, la cultura de Coyotlatelco que se asocia con el ocaso teotihuacano es la primera cuyos portadores debieron indudablemente ser hablante de náhuatl en Mesoamérica.28

Los totonacos son otros candidatos a ocupar el sitio como fundadores de Teotihuacan. De hecho, los cronistas de la época colonial recogieron algunos testimonios donde este pueblo se atribuía haber sido constructor de la ciudad. Lyle Campbell sugiere que, de acuerdo con esta evidencia etnohistórica y la gran cantidad de préstamos lingüísticos que el totonaco parece haber proporcionado a las demás lenguas mesoamericanas —particularmente a las lenguas mayances y al náhuatl que se habla en la sierra madre Oriental—, es muy probable que los constructores de Teotihuacan hayan hablado una lengua totonacana.29


La época de mayor apogeo de Teotihuacan corresponde al Clásico Temprano de Mesoamérica (ss. II/III-VI) . Sin embargo, los inicios de la ciudad deben colocarse en el primer milenio antes de la era común. Localizada estratégicamente al noreste del valle de México, en las cercanías de la ribera norte del lago de Texcoco, Teotihuacan se convirtió en la principal competencia de Cuicuilco durante el Preclásico Tardío. La erupción del Xitle en el sur del valle apresuró la caída de Cuicuilco y favoreció la concentración de la población y el poder político y económico en Teotihuacan.

Por motivos que aún no han sido del todo dilucidados, Teotihuacan se colapsó hacia mediados del siglo VIII, dando lugar al Período Epiclásico mesoamericano. Los vestigios de la ciudad dieron origen a numerosas explicaciones sobre su presencia entre los pueblos nahuas del Posclásico, que son conocidos por la labor de recuperación de los misioneros de Indias, como Bernardino de Sahagún.



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