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jueves, 5 de julio de 2012

la medida más utilizada en la antigua arquitectura teotihuacana es de 83 centímetros

México.- En la ponencia del arqueólogo japonés Saburo Sugiyama, en la V Mesa Redonda deTeotihuacán, se explicó que la medida más utilizada en la antigua arquitectura teotihuacana, es de 83 centímetros, particularmente en las pirámides del Sol, la Luna y de Quetzalcóatl.

Sugiyama, investigador de la Universidad Estatal de Aichi, Japón, precisó que la posible medida longitudinal utilizada por los antiguos arquitectos de Teotihuacán, corresponde a 'una base numérica compuesta por 83 centímetros, porque es la cantidad que, multiplicada por 4 o múltiplos de 4, se repite constantemente en las medidas de las edificaciones del sitio prehispánico'.

Se informó en un comunicado que en el foro académico organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), también participó el arqueólogo mexicano Eduardo Matos, con una ponencia sobre las semejanzas arquitectónicas y de cosmovisión entre las culturas Mexica y Teotihuacana.

En este encuentro, que se realiza desde el 23 de octubre y concluirá este 28, el científico japonés extendió su exposición al dar ejemplos con respecto a las medidas de las construcciones teotihuacanas.

Entre éstas dio a conocer las medidas de la alfarda, escalera y distancia entre las esculturas de cabezas de serpientes de la pirámide de Quetzalcóatl.

'La alfarda mide 1.66 metros de longitud lo que corresponde al doble de la unidad que sugiero (83 centímetros); lo mismo pasa con la distancia entre las cabezas de serpiente que es cuatro veces la unidad (3.32 metros), o con el largo de la escalera que es de 13.2 metros, lo que equivale a 16 veces la unidad'

Mientras dictaba la conferencia 'Cosmograma y política plasmada en la planificación urbana de Teotihuacán', Sugiyama, habló sobre el simbolismo de la Pirámide de la Luna, planteado a partir de los avances de investigación de entierros humanos y ofrendas halladas durante el proyecto de excavación de 1998 a 2004, encabezado por él.

En este sentido comentó que dichos contextos funerarios son muestra de la importancia de la pirámide como templo sagrado, en el que se hicieron ceremonias vinculadas con los movimientos celestes, la dualidad fuego-agua y el renacimiento del día.

El investigador explicó que al realizar las excavaciones en la pirámide, se halló evidencias de superestructuras y sistemas constructivos, de los cuales determinaron la existencia de siete niveles, con antigüedad, que va de 100 a 400 d. de C.

Añadió que asociados a los niveles se descubrieron entierros, de los cuales sólo describió dos, denominados el V y el VI, ya que fueron los que presentaron mayor cantidad de elementos.

En el V entierro se descubrieron tres osamentas humanas en posición de flor de loto (común entre personas de linaje), cuyos individuos seguramente fueron ofrecidos para llevar a cabo la ampliación constructiva de la pirámide de la Luna.

'Dichos esqueletos, continuó Sugiyama, portaban collares y pendientes de piedra verde, con diseños de lo que parecerían cuerdas amarradas, que para la zona maya eran figuras ornamentales relacionadas con la élite o la autoridad, lo que nos sugiere algún tipo de relación entre mayas y teotihuacanos'.

Además, en los entierros descubiertos y con el mismo contexto funerario, se encontraron un disco de pirita y dos esculturas antropomorfas, una de obsidiana y otra de piedra verde, de la cuales, según piensan los expertos, una estaba parada sobre el disco, haciendo alusión a imágenes de murales teotihuacanos en los que se observa un disco del cual emerge una figura humana.

De acuerdo a interpretaciones de investigadores del INAH, puede significar la salida del sol del inframundo para comenzar un nuevo día.

Por su parte, el investigador emérito del INAH, Eduardo Matos, al dictar su conferencia 'El centro del universo en Teotihuacán y Tenochtitlan: afinidades y divergencias', señaló que si bien estuvieron alejadas en el tiempo, hubo algunos aspectos ideológicos y arquitectónicos que las unieron.

Así destacó el aspecto fundacional de estas dos civilizaciones, mediante la presencia de una montaña sagrada y principal, representada con la Pirámide del Sol y el Templo Mayor, ambas orientadas hacia el poniente y, asociadas simbólicamente con la dualidad vida-muerte.

Para cerrar su ponencia, concluyó con la explicación de los actos rituales de ambas civilizaciones, que para el caso de Teotihuacán, si bien no existen testimonios escritos, sí se ha encontrado evidencia arqueológica que lo confirma, como entierros con esqueletos humanos, con huellas de sacrificio y ricas ofrendas.

Mientras que en Tenochtitlan se sabe por el 'Códice Florentino' y crónicas del siglo XVI, de la existencia de dos ceremonias conocidas como 'panquetzaliztli' y 'hueytozoztli', dedicadas al dios de la guerra Huitzilopochtli, y a Tláloc, deidad del agua, en las cuales se presume hubo ofrecimiento de sacrificios humanos.

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