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viernes, 21 de enero de 2011

carta

Como lo ofrecí en su momento y a treinta días de haber sido liberado, Liliana, mis hijos, mi familia toda –en la que mis amigos ocupan un lugar especial- expresamos a través de este comunicado nuestro mayor y más sincero agradecimiento para aquellas personas, conocidas y desconocidas, de México y otros países, que fueron solidarias hacia nosotros durante mi cautiverio. Sus oraciones, las palabras de aliento para mi familia y el compartir nuestro dolor, nos lleva a decirles que jamás podremos pagar, ni con nuestras vidas, esa deuda de gratitud.

También agradecemos a las autoridades federales y del Estado de Querétaro que, sin faltar a los deberes que les impone la Ley, respetaron a mi familia en su lucha por mi libertad.

De igual manera, damos las gracias a los periodistas y medios de comunicación cuyo profesionalismo -mesurado y veraz- contribuyó a salvar una vida humana, sin caer en especulaciones, mezquindades ni mentiras, que solamente como excepción y sin sorpresa para nadie también se dieron. Sobre mi secuestro no tengo más que declarar; sólo reitero que fui liberado el 20 de diciembre anterior. Quien diga lo contrario miente.

Consideramos oportuno insistir en el deber de luchar unidos todos los mexicanos, independientemente de ideologías, en contra la violencia en sus diversas expresiones y que el combate al crimen organizado, al secuestro y a otros delitos graves no debe llevar a los órganos del Estado a dejar impunes las conductas que en el ámbito privado o desde el poder público generen o propicien graves daños a la sociedad y nieguen el futuro a millones de seres humanos; ello, sin que la persecución contra los que así actúan implique seguir soportando las acusaciones sin pruebas, las mentiras sin límites y la intolerancia en agravio de quienes piensan diferente, todo lo cual enturbia y asfixia la vida de México.

Diego Fernández de Cevallos.

México, D.F., 20 de Enero de 2011.

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