Juan Villoro
En "Más Pequeños que el Guggenheim", extraordinaria obra de teatro de Alejandro Ricaño, un personaje descubre que hay becas para Jóvenes Creadores y solicita una amparado en este argumento: desde un punto de vista burocrático, puede ser joven (el Estado benefactor ubica el límite de la juventud en 35 años, y el personaje en cuestión tiene 37, pero también eso se arregla burocráticamente).
La pieza pone en escena la picaresca de quienes no tienen otra motivación que buscar un subsidio. No es difícil simpatizar con estos Robin Hoods de los trámites que buscan una recompensa donde solemos obtener agravios.
La burocracia mexicana es el territorio sobrenatural donde los efectos se desprenden de las causas. Su único principio lógico es el expediente en regla. La manera humana de llegar ahí sale sobrando.
En esa ecología, las teorías de Darwin no se aplican. Ahí no sobrevive el más apto porque se trabaja para obstaculizar. Los sellos y las páginas foliadas representan cerrojos de seguridad, y el trámite sencillo resulta sospechoso. En Corea del Sur puedes fundar una empresa en tres días; en México, país con vocación teológica, las oficinas dependen de una cosmogonía sin principio ni fin.
He desperdiciado tantas horas haciendo cola, que solicité la tarjeta Aeroméxico-Banamex porque prometían darla en 15 minutos. El banco cumplió, haciéndose merecedor de los 15 minutos de fama pronosticados por Andy Warhol. Pero si el trámite es perfecto, pierde su condición vernácula, y nuestras oficinas son patriotas. Como ya tengo un número de Club Premier, pedí que mi tarjeta se asociara a esos dígitos. Entonces me dijeron lo siguiente: "Con su primer estado de cuenta recibirá un nuevo número de viajero frecuente. A partir de ese momento puede hacer un trámite de unificación para quedarse con un solo número". Sugerí inscribir en ese momento el número que ya tengo, pero me explicaron que ese ahorro de papeleo es imposible.
Escribo estas líneas mientras asisto a un congreso en el que te colocan una pulsera de plástico para obtener alimentos. Sin embargo, esto no ahorra el trámite habitual de dar el número del cuarto y firmar la cuenta (que está en ceros). ¿Por qué llevamos entonces el vistoso grillete de cortesía?
Duplicar trámites es una superstición de seguridad que recuerda a las abuelas que cerraban la puerta con "doble llave".
Los enigmas burocráticos llegan a involucrar situaciones de vida o muerte. Los profesores eméritos de la Universidad no dan clases y rara vez se paran por las aulas. Como casi nunca se les ve, una vez al año deben firmar un documento que acredite que siguen respirando. El trámite se llama Prueba de Vida. Hasta aquí todo es razonable, pues la institución no puede pagarle a un difunto. Pero también es razonable que un emérito de avanzada edad olvide hacer la diligencia.
Fue lo que le sucedió a mi padre. Con la ayuda del Instituto de Investigaciones Filosóficas, llené el documento correspondiente para resarcir el olvido y lo enviamos a Conacyt, donde enfrentamos una situación ultraterrena. Burocráticamente, estar vivo no es prueba de existencia; tampoco lo es llenar la constancia que así lo acredita. Eso sólo adquiere realidad cuando un funcionario con firma autorizada avala el suceso. Por desgracia, a varios meses del cambio de Gobierno el encargado de dar fe de subsistencia no ha sido nombrado. Si los personajes de Ricaño son burocráticamente jóvenes, los que aguardan junto a mi padre son burocráticamente zombis.
"Una palabra tuya bastará para sanar mi alma", dice la liturgia católica. Quien crea que esa frase espera demasiado de Dios tiene que compararla con la que pronunciamos quienes esperamos al anhelado funcionario del Conacyt: "Una firma tuya bastará para resucitar a mi padre".
También morir enfrenta trabas oficinescas. En 1990 mi tío jesuita, Miguel Villoro Toranzo, falleció cuando se disponía a dar una clase en la Universidad Iberoamericana. Fui el primer pariente en ser localizado, así es que me ocupé de los trámites de defunción, en compañía de un amigo médico. Donde decía "Nombre Completo" anoté el que escribí arriba.
Meses después, cuando ya se habían celebrado varias misas de difunto, resultó que mi tío estaba burocráticamente vivo. Como tantas personas, había sido bautizado con nombres que nunca utilizó. El certificado de defunción y las facturas de la funeraria eran pruebas irrelevantes en la esotérica región de los archivos. Para que el fallecimiento fuera legal, mi tío debía volver a morir con todos sus nombres. El trámite me deprimió tanto que sentí que perdía a tres parientes.
De niño, le rezaba a la Virgen del Tránsito para llegar a tiempo a la escuela, sin saber que se trataba de la patrona del viaje al más allá. Ahora le rezo para aliviar problemas con la burocracia, esa región de la que parece no haber retorno.
opinion@elnorte.com
Nube de etiquetas
actitud
Africa
África
Agricultura
Alemania
Alfonso Reyes
América
amor
antidepresivo
Arabia
Argentina
arte
Asia
Astronomía
Blake
Borges
Brazil
Bush
CAINTRA
cambio climático
Canada
canción
Cardenal
censura
Centroamerica
Chiapas
Chile
China
chistes
cinismo
Clima
Colombia
corrupción
Cristo
Cuba
cuentos
cultura
depresión
Diógenes
discriminación
dolor
Durango
ecología
Economía
Édith Piaf
Eduardo Galeano
educación
emigrantes
esclavitud
escritura
España
Español
Esperanto
Estados Unidos
estereotipos
estrategia
Europa
exilio
Facebook
Facundo Cabral
familia
Felipe
filosofía
Francia
Gandhi
Gates
Geografía
gobierno
Google
Grecia
griego
guerra
hábitos
Hernando de Alvarado Tezozómoc
higiene
hijo
historia
Holanda
iglesia
impuestos
India
ingenieros
Inglaterra
internet
Irak
Iran
Irlanda
Israel
Italia
ITESM
Izcoatl
JALIL GIBRÁN
Japón
Jesús
Jordania
José López Alavés
José Martí
José Vasconcelos Calderón
Joseito Fernandez
karate
latin
lenguaje
Leonardo da Vinci
ley
Libano
libertad
literatura
Machado
Maiz
Manu Chao
Manuel Bernal
Marcos
Mario Benedetti
Mario Vargas Llosa
matemática
maya
medio ambiente
mexica
México
Mictlan
Miguel Hernández
Miguel León Portilla
Mistral
mito
Mixteca
Monterrey
muerte
música
náhuatl
Nahuatlaca
narcotrafico
NASA
naturaleza
Nervo
Nezahualcóyotl
Nicaragua
Nuevo León
Oaxaca
Ortografía
Otomí
Pablo Neruda
Palestina
Paraguay
paz
PEDAGOGÍA
Persia
Perú
podcast
poder
poesía
política
propaganda
Puebla
Puerto Rico
racismo
religión
rezo
Robert Frost
Rodolfo Usigli
Roma
rusia
Sally Davies
salud
Salvador Novo
seguridad
Serrat
sexo
Shakespeare
Silvio
sistemas
Sonora
Suiza
surrealismo
Tamaulipas
tecnología
Teōtihuácān
terrorismo
Theodore Roosevelt
tolteca
Turquia
Uruguay
Venezuela
ventas
Veracruz
Vermeer
vida
video
violencia
Washington Olivetto
woods
Yahoo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario