Es cierto que Monopoly fue lanzado al mercado por primera vez en 1935 por Parker Brothers, hoy una subsidiaria de la compañía Hasbro, el mayor fabricante de juguetes en el mundo. Se cumplen pues 80 años desde su lanzamiento como producto comercial, pero los orígenes del juego se remontan mucho más atrás, y además tienen poco que ver con la idea que hoy podemos tener de un entretenimiento consistente en acumular bienes raíces hasta forzar a otros fuera del mercado después de haberlos dejado sin blanca. El fin es la riqueza máxima de uno y la bancarrota del resto. ¿Oda al capitalismo monopolista más salvaje?
Puede parecerlo, pero en el origen fue lo contrario.
Tras el Monopoly original no había una oda al capitalismo, sino una mujer progresista y feminista, de espíritu provocador
Hasbro nunca nos iba a contar la verdad. Por eso la periodista Mary Pilon se ha ocupado de investigar el rastro del juego hasta sus primeras manifestaciones. Y lo que ha encontrado es una historia de bienes comunes, apropiaciones ilícitas, tergiversaciones, dobles verdades y causas judiciales que explica, con indignación y detalle, en el libro The Monopolists: Obsession, Fury, and the Scandal Behind the World's Favorite Board Game, en la calle desde esta semana.
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