Por más jodido...
siempre puede ser peor.
Dos sujetos entran en un apartamento pequeño, caliente y húmedo, arrastrando un muchacho flaquito y debilucho por los brazos. Adentro, Big Leroy, un negro enorme, sudado, hediondo, con cara de mala gente, palillo en la boca, limpiándose las uñas con un machete de cortar cocos. Uno de los hombres dice:
- Oye Big Leroy, el jefe mandó a que te cojas a este sujeto… Dijo que es para que él aprenda a no querer hacerse el valiente con la gente del barrio.
La víctima grita desesperada e implora por el perdón. Pero Leroy apenas asiente con la cabeza, ignorando los lamentos del hombre:
- Pueden dejarlo ahí en ese rincón, yo me encargo de ese hijo de puta dentro de un momento.
Cuando los dos hombres salen, el muchacho dice:
- Sr. Leroy, por favor, no me haga eso, dé jeme ir que yo no le digo a nadie que usted me dejó ir sin castigo ...
Leroy dice:
- ¡Cállate la boca y quédate quieto ahí!
Cinco minutos después, llegan los dos hombres arrastrando otro individuo:
- Big Leroy, el jefe mandó que le cortes las dos piernas y le saques los ojos a este elemento para que aprenda a no llevarse el dinero del jefe.
Leroy con voz grave:
- Déjenlo ahí en ese rincón, que ya resuelvo ese asunto.
Poco después llegan los mismos hombres, arrastrando a un tercer muchacho:
- Big Leroy, el jefe dijo que le cortes el pito a este tipo, para que aprenda a nunca mas meterse con la mujer del jefe. ¡Ah!, y dijo que también le cortes la lengua y todos los dedos para que no haya la mínima posibilidad que pueda tocar otra mujer en su vida. Leroy con voz más grave aún:
- Ya resuelvo eso. Ponlo allí en el rincón junto a los otros dos hijos de puta esos.
Cuando se retiran los tipos, el primer muchacho que había llegado primero dice entonces en voz baja:
- Señor Leroy, con todo respeto, sólo para que usted no se vaya a confundir, yo soy al que hay que cogerse… ¿eh?
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