¡Ay infeliz México mio!
Mientras con raro desvarío
vas de una en otra convulsión,
del lado opuesto del río
te está mirando hostil y frío,
el ojo claro del sajón.
¡Cese tu lucha fratricida!
¡Da tregua al ímpetu suicida!
¿Surges apenas a la vida
y loco quieres ya morir?
¡Torna a la digna paz distante
que ennobleció tu ayer radiante,
y abre un camino de diamante
en el obscuro porvenir!
Amado Nervo
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