En el rancho San José, en las inmediaciones de la presa Padilla, a 15 kilómetros de Ciudad Victoria, la mañana del sábado 13 de noviembre, un grupo de hombres armados fue a darle un ultimátum a don Alejo Garza Tamez, dueño del rancho: tenía 24 horas para entregarles el predio o se atendría a las consecuencias. Alejo les dijo que no les entregaría su propiedad. Reunió a sus trabajadores y les pidió que al día siguiente no se presentaran a trabajar, que lo dejaran solo. Durante ese sábado se dedicó a hacer un recuento de sus armas y municiones y a preparar la estrategia de defensa de su casa. Dispuso armas en los flancos más débiles: las puertas y las ventanas del rancho. Poco después de las 4 de la mañana llegaron varias camionetas con gatilleros armados. Las camionetas entraron al rancho y se apostaron frente a la finca. Sus ocupantes descendieron, lanzaron una ráfaga al aire y gritaron que venían a tomar posesión del rancho. Don Alejo los recibió a balazos. Cayeron varios forajidos y los demás, de las armas largas pasaron a las granadas. Los agujeros en los muros y ventanas de la estructura indicaban la violencia del ataque. Los sicarios sobrevivientes hicieron un rápido reconocimiento del terreno y optaron por abandonar la plaza. Dejaron lo que creyeron eran seis cadáveres, pero dos pistoleros estaban heridos. Poco después llegaron los infantes de Marina
Esta historia ha movido a algunos mexicanos a imaginarse a sí mismos atrincherados en el rancho con sus cuates fuertemente armados esperando a lo sicarios para matarlos a todos. Sin embargo, A diferencia de Alejo Garza, quien murió al defender su rancho del crimen organizado, se calcula que hay miles de ranchos abandonados en Tamaulipas.
Un funcionario de la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas que pidió el anonimato reveló a Efe que los cárteles de las drogas que sostienen enfrentamientos desde principios de año se apoderan de las propiedades para instalar en esos lugares sus centros de operación.
"Tanto los pueden utilizar como centro de reclutamiento o para resguardarse utilizando en la mayoría de los casos las bodegas que tienen los ranchos para evitar ser descubiertos por las fuerzas federales cuando hacen reconocimientos aéreos", añadió.
Puso como ejemplo el caso de un rancho ubicado en el municipio fronterizo de Mier, donde recientemente murieron abatidos por las fuerzas federales una veintena de sicarios y recordó la muerte de los 72 inmigrantes centroamericanos que fueron asesinados en una bodega ubicada en una finca cercana al municipio de San Fernando.
Según una fuente de la Unión Ganadera Regional de Tamaulipas (URGT), muchos ganaderos han optado por abandonar sus propiedades o cambiar de actividad para evitar ser víctimas de la delincuencia organizada.
"Es un flagelo que a todo mundo está golpeando; los ganaderos han dejado de ir a los ranchos y se dedican a otra cosa y por tanto la actividad ha venido para abajo. Están abandonando los ranchos", dijo a la prensa el dirigente de los ganaderos Alejandro Gil, que cree que las propiedades abandonadas podrían ser unas cinco mil.
Esta situación ha provocado pérdidas económicas al sector ya que, por ejemplo, han disminuido sensiblemente las exportaciones de becerros a los Estados Unidos.
Este dirigente explicó que las 200,000 cabezas de ganado que se habían logrado exportar durante 2009 se han reducido este año a una tercera parte.
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