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martes, 25 de junio de 2013

El tramite de vivir

Juan Villoro


En "Más Pequeños que el Guggenheim", extraordinaria obra de teatro de Alejandro Ricaño, un personaje descubre que hay becas para Jóvenes Creadores y solicita una amparado en este argumento: desde un punto de vista burocrático, puede ser joven (el Estado benefactor ubica el límite de la juventud en 35 años, y el personaje en cuestión tiene 37, pero también eso se arregla burocráticamente).

La pieza pone en escena la picaresca de quienes no tienen otra motivación que buscar un subsidio. No es difícil simpatizar con estos Robin Hoods de los trámites que buscan una recompensa donde solemos obtener agravios.

La burocracia mexicana es el territorio sobrenatural donde los efectos se desprenden de las causas. Su único principio lógico es el expediente en regla. La manera humana de llegar ahí sale sobrando.

En esa ecología, las teorías de Darwin no se aplican. Ahí no sobrevive el más apto porque se trabaja para obstaculizar. Los sellos y las páginas foliadas representan cerrojos de seguridad, y el trámite sencillo resulta sospechoso. En Corea del Sur puedes fundar una empresa en tres días; en México, país con vocación teológica, las oficinas dependen de una cosmogonía sin principio ni fin.

He desperdiciado tantas horas haciendo cola, que solicité la tarjeta Aeroméxico-Banamex porque prometían darla en 15 minutos. El banco cumplió, haciéndose merecedor de los 15 minutos de fama pronosticados por Andy Warhol. Pero si el trámite es perfecto, pierde su condición vernácula, y nuestras oficinas son patriotas. Como ya tengo un número de Club Premier, pedí que mi tarjeta se asociara a esos dígitos. Entonces me dijeron lo siguiente: "Con su primer estado de cuenta recibirá un nuevo número de viajero frecuente. A partir de ese momento puede hacer un trámite de unificación para quedarse con un solo número". Sugerí inscribir en ese momento el número que ya tengo, pero me explicaron que ese ahorro de papeleo es imposible.

Escribo estas líneas mientras asisto a un congreso en el que te colocan una pulsera de plástico para obtener alimentos. Sin embargo, esto no ahorra el trámite habitual de dar el número del cuarto y firmar la cuenta (que está en ceros). ¿Por qué llevamos entonces el vistoso grillete de cortesía?

Duplicar trámites es una superstición de seguridad que recuerda a las abuelas que cerraban la puerta con "doble llave".

Los enigmas burocráticos llegan a involucrar situaciones de vida o muerte. Los profesores eméritos de la Universidad no dan clases y rara vez se paran por las aulas. Como casi nunca se les ve, una vez al año deben firmar un documento que acredite que siguen respirando. El trámite se llama Prueba de Vida. Hasta aquí todo es razonable, pues la institución no puede pagarle a un difunto. Pero también es razonable que un emérito de avanzada edad olvide hacer la diligencia.

Fue lo que le sucedió a mi padre. Con la ayuda del Instituto de Investigaciones Filosóficas, llené el documento correspondiente para resarcir el olvido y lo enviamos a Conacyt, donde enfrentamos una situación ultraterrena. Burocráticamente, estar vivo no es prueba de existencia; tampoco lo es llenar la constancia que así lo acredita. Eso sólo adquiere realidad cuando un funcionario con firma autorizada avala el suceso. Por desgracia, a varios meses del cambio de Gobierno el encargado de dar fe de subsistencia no ha sido nombrado. Si los personajes de Ricaño son burocráticamente jóvenes, los que aguardan junto a mi padre son burocráticamente zombis.

"Una palabra tuya bastará para sanar mi alma", dice la liturgia católica. Quien crea que esa frase espera demasiado de Dios tiene que compararla con la que pronunciamos quienes esperamos al anhelado funcionario del Conacyt: "Una firma tuya bastará para resucitar a mi padre".

También morir enfrenta trabas oficinescas. En 1990 mi tío jesuita, Miguel Villoro Toranzo, falleció cuando se disponía a dar una clase en la Universidad Iberoamericana. Fui el primer pariente en ser localizado, así es que me ocupé de los trámites de defunción, en compañía de un amigo médico. Donde decía "Nombre Completo" anoté el que escribí arriba.

Meses después, cuando ya se habían celebrado varias misas de difunto, resultó que mi tío estaba burocráticamente vivo. Como tantas personas, había sido bautizado con nombres que nunca utilizó. El certificado de defunción y las facturas de la funeraria eran pruebas irrelevantes en la esotérica región de los archivos. Para que el fallecimiento fuera legal, mi tío debía volver a morir con todos sus nombres. El trámite me deprimió tanto que sentí que perdía a tres parientes.

De niño, le rezaba a la Virgen del Tránsito para llegar a tiempo a la escuela, sin saber que se trataba de la patrona del viaje al más allá. Ahora le rezo para aliviar problemas con la burocracia, esa región de la que parece no haber retorno.


opinion@elnorte.com

lunes, 24 de junio de 2013

El Horizonte

Comienza a circular “El Horizonte” en Monterrey

Publicado por Francisco Vidal Bonifaz en abril 23, 2013

domingo, 23 de junio de 2013

caballos famosos

A lo largo de la historia ha habido muchos caballos famosos por algún concepto. Caballos históricos y reales (famosos por méritos propios o por la notoriedad de su propietario), caballos mitológicos, caballos imaginarios de fama literaria, caballos campeones en las carreras o los deportes hípicos, ... En cada caso los detalles sobre la gloria de cada caballo-o, a veces, los aspectos menos gloriosos-explican muchas cosas sobre las personas y la sociedad en cada época.

Atila el huno (406-453) . Su caballo. Se llamaba Othar, y de él se decía que por donde pasaba no volvía a crecer la hierba.

  • C. 1280 aC: "Victoria en Tebas" y "Mut está satisfecha". Caballos del carro de guerra de Ramsés II que participaron en la batalla de Cadesh.1
  • 521 aC: El caballo de Darío. 2 3 4
  • 512 aC: Avra ​​, más conocida por su nombre en latín Aura, fue una yegua ganadora en los Juegos Olímpicos. 5
  • 508 aC: Lykos , potro hijo de la yegua Avra, ganador de la carrera para potros ("Kele") de la 68 ene Olimpiada. 6
  • 476 aC: Ferènic (Pherenikos), caballo ganador en los Juegos Olímpicos en la carrera con jinete. 7 8 9 Ferénikos era un caballo propiedad de Hierón I, tirano de Siracusa. Fue cantado por dos poetas insignes: Píndaro y Baquílides. Su nombre significa "Portador de la victoria", "El que lleva la victoria". Y ciertamente logró la palma dorada de ganador en los Juegos Olímpicos y Píticos del año 476 antes de la Era Cristiana.Les victorias de Ferénikos correspondieron a carreras de potros con jinete ("Kele"). Hay que entender que Ferénikos era un potro o un caballo muy joven.
La Aurora de brazos dorados contemplaba el rubio Ferénikos al borde mismo del Alfeo aquel río ancho y turbulento peinado de pozas. Y vio su tormentosa carrera Y el contempló vencedor en la sagrada Pitia. Además yo, humilde mortal seré el heraldo de aquella hecha. Nunca el polvo de los rezagados no máculas son manto en el último esfuerzo hasta la meta. Como el hálito poderoso del Bóreas que al timonel abruma, ansioso de ganar, de nuevo acierta. Y la victoria aporta al noble Hier el anfitrión más generoso de todos los huéspedes. Baquílides (traducción libre de una traducción inglesa)

Ferènikos es uno de los caballos más antiguos cuyo nombre se haya conservado. La capa de Ferénikos es mencionada como "Xanthos" por Baquílides (Píndaro no dice nada del color del pelaje). La traducción inglesa el transformándose en "Chestnut" (alazán). "Xanthos" es más bien amarillo, pero. Y podría traducirse por "rubio" o "bayo dorado".
Principio de la Era cristiana

Teófilos y el ejercito bizantino en retirada hacia una colina. (Miniatura del manuscrito Skilitzes de Madrid).

Detalle del Tapiz de Bayeux, representando la invasión de 1066
  • 608: "dahi" (el Golpeado) y "al-Ghabra" (el Polvo). 31 32 33
  • 624 y siguientes: Los caballos de Mahoma. 34
  • 625: Shabdiz ("Medianoche"). Caballo negro de Cosroes II. 35
  • 626: Los caballos del emperador Li Shima. Li-che-min o Tai Tsong fue un emperador chino de la dinastía Tang que luchó en muchas campañas. Haga pintar sus mejores corceles de guerra, en número de 6, y esculpir seis bajorrelieves que aún se conservan. Los nombres de los caballos eran: Quanmaogua (拳 毛 騧), Shifachi (什 伐 赤), Baitiwu (白 蹄 乌), Telebiao (特勒 骠), Qingzhui (青 骓) y Saluzi (飒 露 紫).
  • 627: Falbas o Dorcas ? El nombre del corcel del emperador bizantino Heraclio en la batalla de Nínive es un pequeño misterio. Falbas o Phalbas es el nombre que dan algunas fuentes. La versión más correcta indica que el nombre del caballo era Dorkas ("Gazel" en griego) y de pelaje bayo ("phalbas"). 36 37 38 39 40
  • 778: Caballo de Carlomagno. No se conoce oficialmente el nombre de ningún caballo del emperador Carlomagno. La leyenda lo llama "Blancard" o "Blanchard". 41 42 43 44
  • 781: Caballo " el fogón " del valí de Barcelona Aissó. 45
  • 1102: Gazel , caballo del rey Balduino I de Jerusalén. 46
  • 1108?: Esgúritzes , caballo de Brienni de pelaje castaño oscuro. Según la narración de Anna Comnena salvó Brienni dando un salto prodigioso en una batalla contra los francos. 47
  • 1120: El caballo de Tallaferro. Bernat Tallaferro murió ahogado cuando cruzaba el río Ródano con su caballo. No hay constancia del nombre del caballo.
  • 1131: Dancer un caballo de Ramón Berenguer III. En su testamento consta un caballo con el nombre de "Dancer". 48 49 50
  • 1191: Lyard y Fauvel son nombres de caballos muy frecuentes en la literatura y en la realidad de la Edad Media. En este caso corresponden a dos caballos que pertenecieran al rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León. Aunque hay diferentes versiones del hecho, se supone que estos caballos eran propiedad del déspota de Chipre, el bizantino Isaac Kommenos. Y que fueron apropiados cuando Richard conquistó la isla. Alguna versión habla de Lyard como un ahorro de París y de Fauvel como un caballo de Chipre ... 51 52 53
  • 1223: Balón ; yegua llamada Pelota. 54
  • 1235: Draco el caballo de Federico II de Habsburgo. 55 56 57
  • 1276: El caballo del bovatge. Pedro el Grande compró un caballo de pelo negro a crédito por 1000 sueldos. La forma de pago aprovechó el impuesto del bovatge. En aquella época un caballo de 1000 sueldos correspondía a un caballo de calidad. 58
  • 1296: Lyard o Grys tordo , uno de los caballos del rey Eduardo I de Inglaterra. 59 60 Rey responsable de algunos hechos "militares" nada ejemplares.
  • 1320: Skypperegrys . Caballo citado en un testamento de York. 61
  • 1351: Caballete de madera. El primer caballo del primer príncipe de Gerona Juan el Cazador fue un caballito de madera obrado en Huesca, encargado por su padre el rey Pedro el Ceremonioso. Antes de los juguetes electrónicos eran frecuentes los caballitos de juguete de madera y de cartón. Ahora no se ven muchos. 62
  • 1364: Caballo Claramunt de pelaje tordo. El arzobispo de Zaragoza dio órdenes de entregar el caballo a la persona que lo pidiera de parte de don Enrique de Trastámara. Parece que este obispo debía ser Lope Fernández de Luna. 63

Caballos mitológicos.

  • Abdjar , el corcel de Antares. El guerrero Antares (o Àntarah) de una famosa novel·la árabe fue un caballero de piel muy oscura hijo de padre árabe y madre etíope. Su madre era una esclava negra y él era considerado también un esclavo hasta que demostró que era el mejor guerrero de la tribu. El caballo que le acompañaba en sus aventuras era "Adjer" o "Abdjar", negro como la noche y con una estrella en la frente. Este caballo magnífico es legendario y, a la vez, quizás histórico. Hubo un poeta árabe preislámico de nombre Antares (año 560, aproximadamente). Y sus poemas forman parte de los llamados los sets (7) Mu'allaqa, los sets poemas colgados en la Kaaba.133 134
  • Aether y Podargos
Caballo Arion.] </ref> Ilíada. Caballo Arion.] </ref> Arion.] </ref>


domingo, 16 de junio de 2013

el cementerio de Montparnasse

El escritor mexicano Carlos Fuentes realizó en 2010 todas las gestiones necesarias para ser enterrado "por decisión personal" en París, en el cementerio de Montparnasse, informaron hoy aquí fuentes diplomáticas.

"Él hizo todas las gestiones para dejar todo arreglado, fue una decisión de él", declaró a Notimex el vocero de la Embajada de México en Francia, Eduardo del Río.

"Hizo todas las gestiones ante la administración del cementerio, para dejar todo arreglado y escogió su tumba", añadió el vocero, quien expuso que el autor de "La muerte de Artemio Cruz", muerto ayer en la Ciudad de México, "visitó el lugar donde quería ser enterrado".

De acuerdo a la fuente, el escritor, quien fue embajador en París entre 1975 y 1977, "dejó todo pagado para que se hiciera este traslado" de sus restos al cementerio, en el que también reposa Porfirio Díaz, Jean-Paul Sartre y Julio Cortázar, entre otros grandes personajes y escritores.

"Es una decisión totalmente personal la que tomó hace dos años", recalcó Del Río.

Puntualizó que “la embajada no ha sido notificada ni cuando ni de la forma en que serán trasladados" a París los restos de Carlos Fuentes.

"Es una decisión que compete únicamente a la familia, a su viuda", Silvia Lemus, precisó.

La Embajada de México en Francia, cuyo titular es Carlos de Icaza, amigo personal del escritor, abrió hoy un libro de condolencias por la muerte del autor.

El libro fue firmado, entre otros, por el director del Instituto Cervantes de París, Enrique Camacho, institución académica y cultural de España, país que concedió el Premio Cervantes a Carlos Fuentes en 1987.

En el cementerio de Montparnasse, uno de los más grandes de esta ciudad, ubicado en el sur, ya está colocada una lápida con su nombre y su fecha de nacimiento, 1928, a petición del escritor.

El escritor llegó a París por primera vez en 1950 y recibió el 26 de mayo de 2010 la medalla de Vermeille, la más alta condecoración de la capital francesa, que decía que le conmovía.

En París "me siento como en mi casa, muy contento y rodeado de belleza", comentó alguna vez en una entrevista.

Carácter de la conquista española en América

Carácter de la conquista española en América y en México según los textos de los historiadores primitivos


Genaro García


MÉXICO



Desde muy atrás pensóse en España que no había cosa más meritoria ante el pueblo y ante Dios que la matanza de los infieles; dícenos un insigne historiador, refiriéndose al rey don Fernando I de Castilla: "Gozaba en su reino de una paz muy sosegada, las cosas del gobierno las tenia muy asentadas; mas por no estar ocioso acordó hacer la guerra á los moros. Parecíale que por ningún camino se podía mas acreditar con la gente ni agradar mas á Dios que con volver sus fuerzas á aquella guerra sagrada."^ Estas ideas no pudieron ser extirpadas por la guadaña de la civilización, y antes bien echaron hondas raíces con el transcurso de los tiempos; el clero mismo desvirtuó desde temprano su misión de concordia y caridad, y llegó hasta usurpar la palabra de Dios para predicar en pulpitos y plazas el exterminio de los infieles, con lo cual produjo, entre otros resultados funestos, la matanza general de los judíos que en 1391 ejecutó el pueblo español en masa, azuzado por fray Pedro de Olligoyen y el canónigo Ferrán Martínez. Todavía afines del siglo XVI, "D. José Esteve, obispo de Orihuela en los comentarios sobre los libros de los Macabeos, obra dedicada al Papa Clemente VIII, explica los casos en que una persona particular puede sin autoridad pública quitar la vida á los hereges é infieles: decide que se puede matar sin escrúpulo á los renegados, y que los Reyes de España deberían matar á los moros ó echarlos de sus dominios, aunque fuese quebrantando los pactos hechos por sus predecesores. Pone en cuestión si los hijos pueden asesinar á sus padres idólatras ó hereges, y tiene por licito y corriente hacerlo con los hermanos y aun con los hijos.'""'

Dados tales antecedentes, sin entrar en otras consideraciones, se pudo predecir, llegada la hora del descubrimiento de América, que la conducta de los conquistadores españoles seria despiadada, toda vez que iban á encontrarse frente á frente de una población idólatra, formada de individuos "más semejantes á bestias feroces que á criaturas racionales." La predicción habría quedado plenamente comprobada; esos conquistadores casi despoblaron las Indias: creían "que por ser (los indios) gentes sin fe, podían indiferentemente matarios, cautivarlos, tomarles sus tierras, posesiones y señoríos -e cosas, e dello ninguna conciencia se hacia."

Empero, en los informes verbales que daban al reino los conquistadores que volvían á la Península, lo mismo que en las cartas ó relaciones que escribieron, procuraron naturalmente, para evitar probables responsabilidades y ganar mercedes y privilegios del reino español, enaltecer sus propios hechos, callando, ó atenuando al menos, cuanto les era desfavorable, y pintando á los indígenas como feroces y detestables idólatras plagados de todos los vicios; decía el bachiller Luis Sánchez: "quasi todos los que vienen de Indias y dende allá escriben, informan mal y á su gusto, que es el interese, el qual an de sacar forzoso de los indios, y en esto todos son á una, todos desean vivir en aquella libertad y anchura, y que nadie les vaya á la mano; y no an de informar lo que á ellos les está mal, porque no se remedie."

Verdad es que poco tardaron en llegar á España documentos fidedignos completamente contrarios á dichas relaciones; pero la monarquía hizo que se sepultasen luego en sus archivos y permanecieran allí bajo el secreto más riguroso, porque pensó, que si se les daba publicidad, la nación española se desprestigiaría enormemente, fuera de que "debían levantar borrasca de pasiones," y servirían "para dividir á sus
individuos de ambos mundos y sembrar entre ellos la discordia." No faltaron tampoco emigrantes que al regresar á España dijeran la verdad; fueron "muy pocos (según decía el propio bachiller Luis Sánchez, agregando) y como...'... no les dan crédito, ni á las veces oídos cánsanse ydéxanlo."

Á pesar de que entre los historiadores que desde un principio escribieron acerca de la Conquista, hubo quienes tuvieran á la vista los más fehacientes documentos, sólo los aprovecharon en cuanto podían favorecer á los intereses de España; el cronista mayor Antonio de Herrera, por ejemplo, consultó para escribir su obra, leemos en un informe dado entonces por el Colegio Hispano Boloniense, "los papeles, cartas, libros e escripturas que se fallaron en los Archivaos de los Secretarios que subceclieron en los Rexistros e Protocolos de las Indias, e en los Archivos del Colexio de San Gregorio de Valladolid, que por mandado de Su Maxestad se lentregaron al Cronista; los quales conthienen cosas abominables e peores que las quescribe, e dexa munchas descrebir por modestia, e por conservación de la onra de la Nación, non siendo fasta ahora públicas á los estranxeros." Confiesa esto el mismo cronista mayor, al escribir: *'E quanto a la cobdycia e granxerias de Pedrárias, aunque el Coronista a fallado un mundo de papeles, a proscedido con modestia en esto, como en todo, porque •'ymjplicitas et modestia Leo grata sunt.

De tal suerte, la historia de la Conquista, groseramente falseada, continuó siendo una serie de panegíricos encomiásticos para los conquistadores, y de acerbas diatribas para los indígenas.

Hubo no obstante quien en pleno siglo XVI dejara oír la voz de la verdad sin enmudecer ante la opinión general ni arredrarse ante las temibles iras de infinitos enemigos; fué el inmaculado, el excelso, el venerando don fray Bartolomé de Las Casas, el cual "Desde sus primeros años tuuo muy intima amistad con los estudios de la virtud, y letras;" "padre de los desamparados, y como le llamauan en la Corte, 'el Apóstol de las Indias;"^ cuya vida "fué gastada en bien,yprouecho de las almas, assi de los Españoles, como de los naturales destas partes,"* y "en la defensa de los Indios vnico."

Habiendo tenido oportunidad de conocer íntimamente la conducta de los conquistadores, descubrió que toda ella constituía una larga serie de horrendas crueldades, y justamente indignado entonces en contra de sus compatriotas, y á la vez compadecido hasta grado sumo de las víctimas, los inocentes indios, para los cuales tuvo siempre caridad inagotable, atrevióse á publicar en España, su propia patria, lo que ningún otro español había osado antes ni ha intentado después, á saber: que la Conquista de América fué solamente una obra de bárbara destrucción; "aun antes de tomar (el hábito religioso) con cristianísimo y piadoso celo (escribe Mendieta), comenzó á llorar ante la clemencia divina y clamar ante los reyes católicos, poco antes de su muerte, y de D. Carlos su nieto la gran destruición y asolamiento que nuestros españoles hacian en los indios naturales de estas regiones."

Los asertos del sublime defensor de los indios fundábanse, ó bien en hechos que él mismo había presenciado y que refería "con protestación y juramento (de decir verdad)," ' ó bien en documentos irrefutables, una "gran multitud de cartas mensajeras (dícenos) de diversos é muchos religiosos de las tres Órdenes, y de otras muchas personas, y de casi todas las Indias, avisándome de todos los males é agravios é injusticias qué los de nuestra nación hacian é hacen hoy consumiendo y destruyendo aquellas gentes naturales dellas, sin culpa alguna con que nos hayan ofendido;" ^ en otro lugar manifiesta el bienaventurado sacerdote que sabía cuanto acontecía en las Indias, "por las muchas y continuas cartas y relaciones y clamores que de muchos cada dia rescibo de todas esas partes;" * en su testamento otorgado en 1564 pedía "por caridad al muy R. P. rector del colegio de S. Gregorio que comiendo algún colegial quédelas (cartas y relaciones susodichas) haga un libro juntándolas todas por la orden de los meses é años y de las provincias que venían, y se pongan en la librería del dicho colegio ad perpetuam rei memoriam, porque si Dios determinare destruir á España, se vea que es por las destruiciones que habemos hecho en las Indias y parezca la razón de su justicia." Seguramente no se cumplió con la última voluntad del santo apóstol y los preciosos documentos fueron destruidos; al menos, han permanecido ocultos hasta hoy. La acendrada virtud del venerable obispo, que conservó hasta su muerte "con ejemplos egregios de virtud," garantizaba plenamente la verdad de sus dichos, á tal grado, que la monarquía no sólo le oyó con atención, sino que le nombró "Protector vniversal de los Indios." Sus mismos enemigos "confesaban su buen celo." Llamósele "Autor de mucha fé," y sus escritos fueron calificados de "bastantysimas probanzas" por el Colegio Hispano Boloniense.

No obstante, la ardiente y conmovedora palabra del ejemplar obispo fué oída fríamente por el pueblo español, á quien en todo caso nada podía importar que hubiesen muerto millones y millones de indígenas. Estos eran idólatras y debían morir. Satanás no se desterraría de la América sino cuando cesase y acabase "la vida á los más de los indios." Dios mismo les aborrecía; su voluntad era, según decían entonces los licenciados Espinoza y Zuazo, "que estas gentes de indios se acaben totalmente, ó por los pecados de sus pasados ó suyos, ó por otra cabsa é que pase é quede el señorío é población en (los monarcas españoles) é sus subcesores y pobladas de gente cristiana;" de otro modo no habría bajado á las Indias la Virgen María, ya sola, ya acompañada del apóstol Santiago, á auxiliará los españoles en su obra de exterminio, dando aquél á los indígenas terribles cuchilladas y echándoles Nuestra Señora "polvo por las caras (para cegarlos);" en cierta ocasión, cuando Francisco Pizarro con los suyos asesinaba en Caxamalca á los inermes y numerosos
acompañantes de Atahuallpa, el propio apóstol se enardeció tanto, que él solo mató "más indios que todos los españoles juntos." Suárez de Peralta nos dice rotundamente:
"La guerra que se hizo á los yndios fué toda hecha por Dios, y él la favoreció que los cristianos, á lo menos en la Nueva España, no fueran parte, los que fueron, para conquistar y pacificar aquella tierra."

¡Cosa peregrina! El pueblo español, que abominaba sin misericordia ni piedad á nuestros indígenas, porque algunos de ellos sacrificaban á sus enemigos ante los altares de los dioses, admiraba y santificaba á la vez con exagerado misticismo el sacrificio que Abraham no vaciló en hacer de su propio hijo al Dios de Israel.

Todavía agonizante en Atocha, año de 1566, el hoy inmortal don fray Bartolomé de Las Casas, pedía "á todos que continuasen en defender los indios, y arrepentido de lo poco que había hecho en esta parte, suplicaba le ayudasen á llorar esta omisión; y estando con la candela para partir deste mundo, protestó que cuanto había hecho en esta parte tenia entendido ser verdad, y quedaba corto al referir las causas que
le obligaron al empeño."

Muerto el irreparable protector de los indios, continuaron reinando acerca de la Conquista, durante largos siglos y ya sin oposición alguna, las falsas ideas propaladas en las relaciones é historias primitivas.

Independidas de la Península sus principales colonias americanas, quedando en poder de éstas documentos análogos á los informes que tan secretamente guardaba la monarquía española, no tuvo ya razón de ser la ocultación de los mismos, por lo que se empezó á darles publicidad, aunque con gran lentitud y escogiendo, probablemente, los menos sensacionales. Era de esperar que en vista de ellos, la historia de la Conquista fuese justa en lo sucesivo, mostrándose inflexiblemente severa hacia los españoles y compasivamente benigna hacia los indígenas. No sucedió así; debido sin duda á la influencia persistente de tres largas centurias, los historiadores modernos, aun los nuestros propios, han seguido haciendo de la Conquista, quizá inconscientemente, un cuadro engañoso en el que las figuras de los aventureros españoles, aunque un tanto rebajadas, aparecen colosales todavía, tan altas, "que es preciso alzar los ojos (para verlas);" mientras que las de nuestros indígenas, cuando no se manifiestan aniquiladas por "la cólera del cielo," vense tan pequeñas y mezquinas, que casi pasan inadvertidas. Uno de nuestros profesores de Historia, don Justo Sierra, en una conferencia que dio ante el Ateneo de Madrid el 26 del último noviembre, después de prodigar á los conquistadores palabras ciegamente apologéticas, no guardó para los esforzados indios mexicanos sino la humillante figura de "una mujer que se arrastra." Fuera de que esos indios mostraron siempre altiveza real, preciándose no sin razón de que "todos eran señores," * supieron defender á su patria "tan bravosos como tigres" y "leones," y lucharon por ella "hasta el vltimo espíritu."

En la conferencia susodicha, tuvo don Justo Sierra otra ligereza imperdonable: la de asentar que la nacionalidad mexicana nació de la unión vergonzosa de Cortés con la desenvuelta Malintzin Tenepal (loe. cit.) El célebre profesor confundió lastimosamente el origen de la raza mexicano-ibera con la nacionalidad mexicana, pre-existente entonces, como también preexistía la nacionalidad española cuando primero los romanos, luego los godos y posteriormente los árabes, conquistaron la Península. En todo caso, don Justo Sierra olvidó la historia de Yucatán, su propio Estado, donde, años antes que llegara Cortés, Gonzalo Guerrero había tenido ya varios hijos en una indígena muy principal, con la que le casaron los señores de Chectamal (Landa, 14-6.) Es tanto más de extrañar este olvido, cuanto que Gonzalo Guerrero fué el primer insurrecto español que combatió á sus compatriotas en Nueva España, poniéndoles en grandes trabajos y peligro^ (Gomara, 186.)

Preciso es pues que alguna voz, siquiera sea en las postrimerías del siglo XIX, rinda debido tributo á la verdad y á la justicia, al mismo tiempo que á la memoria ultrajada de los infortunados indígenas de América.

Como por carecer de tiempo y otros elementos no me era posible reconstruir la historia completa de la Conquista, me he limitado á trazar los rasgos generales que la caracterizaron, sobre todo en lo que concierne á mi patria; pero cuidando de referirme, las más de las veces, á los escritos de los mismos conquistadores: aun con sólo ellos he logrado demostrar que el glorioso don fray Bartolomé de Las Casas se expresó efectivamente en todo con verdad y aun se quedó corto. Aquellos aventureros, á pesar de su prurito de elogiarse hasta lo increíble y deprimir en cambio de manera desmedida á los indígenas, conñesan sin embargo con sorprendente frialdad muchos de sus monstruosos hechos, convencidos, como don Fernando I de Castilla, de que con ellos se acreditan ante la gente y agradan á Dios: nos refieren á la vez, sin darse cuenta de lo que hacen, porque su ignorancia y rudeza les cegaba, un gran número de detalles que revelan la esplendorosa civilización que destruyeron y las raras virtudes de sus infortunadas víctimas.

Para dar mayor fuerza á mi estudio, no sólo me refiero continuamente á los conquistadores é historiadores españoles más autorizados, sino que transcribo sus palabras literalmente; y para que no se me objete que doy por probado lo que trato de demostrar, no cito á nuestro irreprochable don fray Bartolomé de Las Casas en cuanto tiende á determinar el carácter de la Conquista.

Destino toda la primera parte de mi obra para trazar, aunque únicamente sea en sus partes culminantes, la condición del pueblo ibero y la Índole de los españoles venidos á América; á más de que ambos antecedentes previenen la tacha de exagerado ó injusto que sin ellos seguramente se me pondría, facilitan mucho el estudio del carácter verdadero de la Conquista, y en cierto modo le son indispensables.

Reconozco que mi obra adolece de grandes deficiencias, entre otras causas, porque para formarla sólo he dispuesto de ratos aislados, los pocos que he podido distraer de las ocupaciones cotidianas de mi profesión. Mas me alienta la esperanza de que otras personas aventajadas emprendan no muy tarde estudios más acabados que el mío.

México, lunes 31 de diciembre de 1900.

El abc para emitir recibos de honorarios

Credito:
Ilse Santa Rita / El Economista

¿Usted trabaja por salarios pero le surgió un proyecto alterno? ¿Se integrará por primera vez al mercado laboral pero cobrará como profesional independiente? Entonces, usted debe expedir recibos de honorarios.

jueves, 13 de junio de 2013

EL SACO DE CARBÓN (REFLEXIÓN)



Un día, Jaimito entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto. Su padre lo llamó y Jaimito lo siguió, diciendo en forma irritada:

- Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Pedrito no debió hacer lo que hizo conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de matarlo!

Su padre, un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo quien continuaba diciendo:

- Imagínate que el estúpido de Pedrito me humilló frente a mis amigos. ¡No acepto eso! Me gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir más a la escuela..

El padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, de donde tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del jardín y le propuso:

- ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Pedrito y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Después yo regreso para ver como quedó.

El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones pero como la tendedera estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa.

Cuando el padre regresó, le preguntó:

- Hijo, ¿qué tal te sientes?

- Cansado, pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.

El padre tomó al niño de la mano y le dijo:

- Ven conmigo quiero mostrarte algo.

Lo colocó frente a un espejo que le permitió ver todo su cuerpo... ¡Qué susto! Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el padre dijo:

- Hijo, como pudiste observar la camisa quedó un poco sucia pero no es comparable a lo sucio que quedaste tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Por más que queremos o podamos perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad siempre quedan en nosotros mismos.

Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en palabras.Ten mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en acciones.Ten mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos.Ten mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter.Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá tu destino.